Capítulo 3

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Tuve que llegar sola a casa, Lisa dijo que tenía que comprar algunas cosas para su clase así que se fue, por suerte para mí no escuché ruido alguno así que supuse que Christopher no estaba en la casa.
Dejé mi mochila en mi habitación y bajé a la cocina para comenzar a preparar la comida, me muero de hambre.
Puse un poco de música y comencé a moverme por todos lados sacando cosas, lavando verduras, encendiendo la estufa, estaba tan perdida en lo que estaba haciendo, cantando y bailando que no preste atención a nada más, al menos no hasta que escuche una risita detrás de mí.
Ay no, porque me haces ésto Dios.
Me di la vuelta rápidamente y me encontré con ese hombre que me tiene dando vueltas los pensamientos, estaba sentado en las sillas de la barra mientras me miraba y comía una manzana.

- ¿Cuánto tiempo llevas ahí? - Pregunté con la cara completamente roja, para mi fortuna podía disfrazarlo con el calor que hacía por el fuego de la estufa.
- El suficiente para ilustrar mi vista con semejante culo - Respondió risueño.

Maldita sea, otra vez no.

- ¿En serio me estás viendo el culo? - Cuestioné entre cerrando los ojos.
- Ahora mismo no, ahora te veo otra cosa -.

Seguí su mirada y la encontré en mis pechos, Christopher es un cínico en toda la extensión de la palabra.

- En serio eres un cínico depravado - Dije poniendo los ojos en blanco y volviendo a lo mío.

Entonces lo escuché reír.

- Ay muñequita, solo soy honesto, aunque esos ojitos azules son hermosos no diré que los estaba mirando, porque no es así - Afirmó.
- Si bueno, es algo que no me importa -.

La realidad es que me pone tan tensa tener su mirada encima de mí, quiero tapar mi trasero pero Lisa tiene razón, le daré más armas para molestarme.

- ¿Seguirás ahí, viéndome nada más? - Pregunté sin mirarlo, aunque claro, esos profundos ojos siguen observando cada paso que doy.
- Claro, no tengo nada mejor que hacer - Ese bendito tono burlón que usa me pone mal.
- Pues busca con que distraerte y quita tus ojos de mi trasero - Dije.

Escuché como la silla se movió, no gire para verlo, supuse que ya se había ido.

- ¿O si no qué? - Me tomó por el brazo y me hizo girar de manera que ambos quedamos frente a frente.

Dios santo, lo tengo a centímetros de mi rostro, y vaya, que bien huele, su rostro más de cerca es mejor.

- Voy a dejar una cachetada en ese rostro que desde esta mañana tengo ganas de golpear - Dije bajito sin cortar el contacto visual.
- Me encanta que tengas ese carácter tan fuerte y firme, si te dijera como me pones el miembro, seguro corres conmigo a la cama - Aseguró.

No, no y no, otra vez su miembro en mi cabeza, jodido Christopher.

- Vete a la mierda - Le dije.

Me di la vuelta y entonces sentí como pegó su cuerpo al mío de manera que sentí ese bulto entre sus piernas en mi trasero.

- ¿Por qué tan lejos? Preferiría irme a la cima del cielo por un orgasmo gracias a esa boquita que me encanta - Habló en mi oído.

Ay no, mis pantis mojados me hicieron saber que ya estaba jodida.

- No juegues con fuego Christopher, porque te puedes quemar - Dije con dificultad aún sin mirarlo directamente.
- Estaré feliz de quemarme contigo, la forma en la que tu cuerpo reacciona al no alejarse de mí me deja bastante claro que sientes lo mismo que yo - Nuevamente me hizo quedar frente a frente con él - No reprimas a tu cuerpo de sentir, deja que el placer te guíe, que no limite lo que puedo hacerte tocar y a dónde puedo llevarte, porque estoy completamente seguro de que tienes ganas de saberlo -.

Su voz, ese tono tan sexy que tiene me está volviendo loca y para nada me está ayudando con la cordura, no quiero perderla, no a tan solo unas horas de conocerlo.

- Estás mal, muy mal de la cabeza, aléjate Christopher - Mi voz parecían susurros, como sino quisiera en verdad que escuchara lo que estaba diciendo.

No quiero que se aleje, al menos mi cuerpo me hace saber eso.
Maldita sea, ¿En dónde está la razón cuando la necesito? Perdida porque está disfrutando ésto tanto como yo.

- ¿Por qué tan a la defensiva? ¿Te molesta que sea tan directo? - Preguntó.

La forma en la que sus ojos me miran, como se mueven sus labios, todo me tiene en otro planeta.

- Mi religión no me permite estas pláticas pecaminosas - Respondí.

¿Religión? Un Oscar para la mejor mentirosa.

- ¿Religión muñequita? - Dejó salir una risita - Mi amor, la única religión que podrías profesar es conmigo, de rodillas y llorando porque tu garganta no puede más, ¿Quieres que veamos a Dios y platiquemos con él? Podemos hacerlo, claro que sí, cuando tengas que rogarle para que yo pare para que no sientas que te rompo en mil pedazos con lo fuerte que voy a cogerte -.

Ya por favor, no voy a poder resistir más, mis pantis me dicen que debo dejar ésto de una vez o saltar a sus brazos para comerle esa boca rosada y carnosa.

- Ésto es - Comencé a decir.
- ¡Ya llegué! - Gritó Lisa en la entrada evitando que yo dijera algo más.

Entonces recobre la postura y me alejé de Christopher, quien dejó salir un suspiro lleno de frustración, menos mal Lisa llegó a tiempo, antes de que tomara la decisión de lanzarme al vacío con su hermano dentro de mí.

- ¿Qué hacen? - Preguntó una vez que llegó a la cocina.
- ¿Qué te parece que hacemos hermanita? - Preguntó Christopher sarcástico - Tan oportuna, nos vemos más tarde - Terminó por decir para tomar sus llaves y salir de la casa.
- Ok, creo que llegué en mal momento, ¿Por qué está molesto? - Preguntó confundida.

Sin mirarla para no darle cosas en que pensar le respondí.

- Pues no lo sé, vino a preguntar si necesitaba ayuda con la comida, seguramente tenía hambre o que sé yo, es tu hermano - Utilice un tono de voz que me dejara lucir tranquila y no completamente alterada por lo que pasó.
- Vaya, que raro fue eso - Aseguró.

|Sacrificio Sexual| Christopher Vélez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora