Capítulo 26

615 40 21
                                    

- ¿Cómo conociste a Lisa? - Preguntó una vez que me senté a la mesa con él.
- En la universidad, yo rentaba un departamento muy pequeño en verdad y ella me contó que estaba buscando no viajar tan lejos a su casa, así que estaba en busca de un lugar donde quedarse, nos hicimos buenas amigas con el paso del tiempo y encontramos este sitio, nos encantó y decidimos vivir juntas - Le conté.
- ¿Y tu auto te lo compraron tus padres? -.
- Sí y no - Respondí.
- ¿Cómo? - Preguntó confundido.
- Bueno, es que sí me lo compraron ellos, pero cuando me vine para acá me dijeron que tenía que devolvérselos porque no iban a ser participes de mis tonterías, así que se los comencé a pagar poco a poco - Le expliqué.
- ¿En serio tus papás son tan intensos cómo los pintas? - Me miró incrédulo.
- Ni te imaginas, no los juzgo pero no comparto nada de lo que piensan, ahora mismo estaría con ellos, vistiendo de largo, yendo a la iglesia a escuchar lo que el pastor tiene por decir, ver la cara de su horrible hija y guardandome para el matrimonio, es que en serio Chris, tal vez contarlo no se escucha tan mal, pero vivirlo es intenso, una cosa tan fea que me siento feliz de haber salido de ahí, me sentía como prisionera - Confesé.
- ¿Y siempre sentiste que diferías de los pensamientos de tu familia o cómo paso? -.
- Siempre lo sentí, es que obviamente crecí con ellos y su ejemplo fue lo que aprendí, tenía que ser básicamente perfecta pero siempre me preguntaba porque, cuando los cuestionaba me mandaban a mi habitación castigada sin comer por poner en duda lo que ellos decían, todo lo que yo podía opinar o decir estaba mal porque solo era una niña tonta que no sabía nada de la vida -.

Las únicas personas que conocen esta historia son Christopher y Lisa, nada más, entiendo sus caras de sorpresa, ¿Quién se imaginaria que una chica tan liberal que dice que sí a cosas que no todo el mundo mira de la mejor forma, vendría de una familia así?

- Vaya, ni siquiera sé que pensar, jamás lo habría imaginado, ¿Pero tienes hermanos, hermanas? - Divago.
- Claro, tengo tres hermanos mayores, ellos tuvieron todo el derecho de elegir a dónde estudiar, uno de ellos se fue a México, el otro a España y el tercero se quedó en el pueblo con mis papás, claro que a los tres les pagaron y apoyaron en todo sin preguntar ni cuestionar, el que se fue a México es el mayor de todos, él se daba cuenta de cómo me trataban y como es que yo no estaba segura de seguir con esa vida, no se atrevía a enfrentar a mis papás porque honestamente él es su favorito y mayor orgullo, aunque decían que nos querían por igual, le daba tanto miedo decepcionarlos que en secreto me decía que yo podía hacer lo que me diera la gana, y que en cuanto pudiera buscara mi propio camino, pero delante de ellos apoyaba todo lo que imponían, yo siempre fui y seré la oveja negra que arruino y desprestigio a la familia - Dije.

Christopher's POV.
Siempre la veo tan alegre y coqueta, risueña y sin ganas de pensar mucho las cosas porque le gusta arriesgarse a todo, pero hablar de su familia, de su vida, sin duda es algo que le cuesta, porque esos bellos ojos azules se apagan por un momento, se vuelven oscuros, dejan de irradiar esa felicidad que brota por sus poros.

- ¿Y tú te sientes como tal en serio? - Pregunté sorprendido.
- Quiero creer que no es así, estar aquí contando ésto no ha sido nada fácil, tuve que hacerlo sola y enfrentar a mis papás fue muy duro, el pastor decía que cinco golpes en las manos con una regla de madera serían suficientes para hacerme entender que mi camino estaba destinado a ser igual al de las mujeres que van a la iglesia con sus esposos, mi papá lo escucho y ya te imaginarás como me fue -.

Se encogió de hombros y yo sentí que la sangre me hervía, ¿Fueron capaces de golpearla?

- ¿De verdad te golpearon? - Cuestione.

Ella asintió.

- Y no fueron cinco golpes, fueron más, no solo en las manos, fueron en todo el cuerpo - Me dejó saber.

Yo sé que no soy nadie para juzgar, pero vamos, ¿Qué tan dañado se debe estar para hacerle eso a tu propia hija?

- No me victimizo, digo, jamás les hablé mal a pesar de todo, nunca fui capaz de hacer nada de lo que mi cabeza pensaba por curiosidad porque sabía que tarde o temprano se iban a enterar y entonces sí me iría muy mal, pero el simple hecho de preguntar me hacía culpable, el simple hecho de no querer usar velo para cubrir mi cabello o esos vestidos largos tan horribles, también me hacían el peor ser humano, sus castigos eran para evitar que yo en verdad me convirtiera en el mismo diablo - Dejó salir una risita seca - Hay lugares donde no se han enterado de que el mundo cambia y los derechos existen, donde un pastor no puede decirte como educar o lo que tienen que hacer las mujeres toda su vida, de no haber salido de ahí seguramente no habría terminado la carrera porque ya estaría desposada con el primer hombre que pidiera mi mano -.

Carajo, realmente la vida a sido dura para ella, y en cambio sigue, sonríe, se divierte y actúa como si hubiera sanado esas heridas físicas e internas.

- Muñeca, ¿No te afecta todo eso que me has contado ahora? - Pregunté con mucha curiosidad, quiero creer que la conozco un poco más.
- La verdad sí, pero no pretendo encerrarme a llorar y perder más tiempo del que ya perdí en ese lugar, salir de ahí significó muchísimo, mi libertad, lo segundo más valioso después de la vida, ¿Por qué crees que al final de todo digo que sí? Claro que hay excepciones, pero ésto es lo que quiero, lo que me gusta, y mientras no dañe a nadie no tiene porqué cambiar - Mencionó.

|Sacrificio Sexual| Christopher Vélez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora