Capítulo 68

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- No tienes idea de la forma tan intensa en la que te he extrañado - Dijo cerca de mi oído.

Lo siguiente que atino a hacer fue descender sus besos hacia mi cuello, que deliciosa sensación.

- Yo también Chris, mucho, mi mente me estaba jugando malas pasadas no sintiendo tu piel de nuevo - Mencioné.
- Entonces déjame enseñarte que la espera valió la pena - Pidió.
- Adelante guapo - Respondí con una sonrisa coqueta.

Continuamos con los besos, se deshizo de mi ropa por completo y sus manos comenzaron a estrujar mis pechos a su antojo total, los besaba, los admiraba como si de la mejor obra de arte se tratase.
Mis manos por el contrario no se podían quedar quietas, me deshice de su camisa y recorrí su increíble y trabajada espalda, sus fuertes brazos, ese pecho y abdomen que tan loca me vuelven.
Baje mi tacto hasta que pude sentir ese bulto entre sus piernas que me dejaba evidentemente claro que me extraño también.
Metí la mano dentro de su boxer y masaje su miembro, logrando así que algunos suspiros salieran de su boca, por lo que tengo entendido él tampoco ha podido tener sexo, dedico mucho tiempo a cuidarme y ayudarme que sin duda se lo voy a compensar.

- Antes de que hagas tu magia, déjame probar algo - Mencionó con dificultad por la falta de aire.
- Adelante cariño -.

Sobre la barra de la cocina había una pequeña caja que Christopher tomó entre sus manos.

- Acompáñame - Dijo.

Ambos fuimos hasta la cama, entonces al fin me dejó ver el contenido de aquella caja.

- ¿Puedo? - Preguntó.
- Hazlo con cuidado, hay mucho que todavía quiero hacer - Pedí.
- Seré delicado muñeca - Aseguró.

Tomó aquellas bolas plateadas y las paso por sus dedos.

- Abre la boca - Exigió.

No puse objeción e hice la que me pidió.
Entonces Christopher acerco aquel artefacto hasta que lo introdujo en mi boca.

- Lubricalo muñeca, cúbrelo de ti -.

Solo me limite a obedecer, lamí aquellas bolas hasta que estuvieron perfectamente lubricadas.

- Eso es nena -.

Él las saco de mi boca y de un movimiento me hizo posar el pecho sobre la cama, de tal manera que mis glúteos y piernas quedaron a su disposición absoluta.

- ¿Lista? - Inquirió.
- Hazlo - Dije

Dejó un beso en uno de mis glúteos y lo siguiente que hizo fue abrir mis piernas, de tal manera que sus dedos pudieron tener contacto con mi feminidad.

- Dios - Dejé salir en un gemido.

Christopher movía sus hábiles dedos haciéndome ver estrellas, sin embargo, lo próximo que pude sentir fue aquellas bolas siendo introducidas a mi interior.

- Disfrútalo muñequita - Susurró cerca de mi oído.

De pronto, y sin verlo venir, me dio dos fuertes palmadas en el trasero, de modo que aquellas bolas se movieron y entonces me sentí en la perdición absoluta.

- Maldita sea, esto es tortuoso pero adictivo - Admití con dificultad.
- ¿Preparada para lo que viene? - Cuestionó coqueto.
- Solo no seas tan cruel, cuando ésto termine te prometo que no dejaré de pedir por ti dentro de mí tan rápido y fuerte como te sea posible - Mencioné.
- Muñeca, solo quiero complacerte - Aseguró.

Chris me ayudo a levantar y sentí como nuevamente las bolas se movieron, Santo Dios.

- ¿Recuerdas aquella vez cuando no me dejaste ni meter las manos? - Preguntó burlón.
- Mm, perfectamente- Respondí - Pero fue algo que disfrutaste - Aseguré.
- Y no lo niego, pero justo ahora voy a sentarme en esta cama y me quedaré viendo como mueves de nuevo ese lindo cuerpo sobre el suelo, imagina que es sobre mí donde haces todo - Dijo.

Arquee una ceja pero no me negué, estoy segura de que hará algo más que mi mente no puede imaginar.

- Gozalo entonces - Dije.
- Lo haremos muñeca, ambos lo haremos - Afirmó.

Sin pensarlo mucho comencé a moverme seductoramente sobre el suelo, me puse en cuatro y baje lentamente dejando que mis pechos tocaran el frío suelo, que justo por el movimiento de esas bolas dentro de mí,  se sentía hirviendo, como si compartiera conmigo el placer que me invade.

- ¿Lo sientes? ¿Puedes sentirlo profundamente? - Preguntó mirándome fijamente.

No respondí, solo seguí moviéndome para poder tener su atención sobre mí, y sobre todo para no dejar de sentir ese vaivén dentro de mí.

- Necesito que te relajes, que confíes en mí porque te aseguro que no te dolerá, por eso te preparamos antes con esas amiguitas dentro de ti - Comentó llamando mi atención.
- Christopher, mi confianza en lo que puedes hacer conmigo es plena, no hay nadie más con quien me gustaría compartir estos locos deseos - Aseguré.
- Pues ya somos dos muñeca, porque con nadie más me he atrevido a hacer ésto - Confesó.

Observe como se levantó de la cama y se acercó lentamente a una mesa, de donde tomó una vela roja y un encendedor.

- ¿Lo puedes imaginar? - Cuestionó mirándome con una sonrisa traviesa.
- En realidad deseo que sea una sorpresa - Respondí.

Christopher se acercó a mí de tal manera que mi cuerpo al fin sintió su tacto, miento si digo que no me siento explotar.

- Ponte pecho abajo sobre el suelo - Dijo.

Ni siquiera lo pensé cuando mi cuerpo ya estaba en posición.
Escuche cuando él encendió la vela y espero unos cuantos minutos mientras sus dedos se paseaban por mi espalda y glúteos.

- Sientelo muñeca, y lo que sea que pase, si quieres parar, solo házmelo saber, ¿De acuerdo? -.

Yo solo asentí.
De repente mi mente se puso en blanco, tenía una mezcla de sensaciones que me estaban volviendo loca, por una parte esas bolas acariciando mi feminidad, por otra parte los dedos de Christopher recorriendo mi cuerpo, y por otra, la cera caliente cayendo sobre mi cuerpo, por cada gota que se derramaba sobre mí un beso de Christopher era depositado sobre mi piel, maldita sea, ¿Dolor? Esa palabra no estaba ni cerca de describir lo que siento, está muy alejada, porque puedo jurar que es placer, deseo, cosas que ni en mis más locos sueños creí sentir.
Este hombre ha hecho que toda la espera valga la pena, y si así es como podre vivir ahora, estoy dispuesta a pagar el precio.

|Sacrificio Sexual| Christopher Vélez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora