Era el primer día del mes y de mi primer depósito de los seis de pensión que acordé; salí de la casa dejando a Lizzy al cuidado de Lucho, así es, el perro estaba por encima en la escala de la seguridad.
-No sé cuánto tarde mami, hay leche y hot cakes para que desayunes, prepara la comida por favor, ya dejé descongelado todo en el fregadero, ¡ah! y no te olvides que hoy pasa el agua para que te dejen el garrafón y también...-
Lizzy estaba todavía amodorrada sirviéndose un vaso con agua, dió un sorbo y con aire condescendiente interrumpió el listado de pendientes que le dejaba encargados
-Si ma, mejor asegúrate de que no te vaya a pasar un carro por encima, cruzas la calle como pollo extraviado, ni sabes andar, ¿llevas dinero y las llaves? siempre olvidas cosas al salir y seguro que ya te anda del baño por la ansiedad ¿estás segura de que no quieres que te acompañe?-
-No, no te preocupes, la Beba me va a acompañar, nos quedamos de ver en la plaza-
-Pues sí pero de aquí a allá...mejor te pido un taxi-
Se dirigía al teléfono y le hice un ademán para que no llamara
-No seas exagerada, además no tengo dinero para taxis, voy a estar bien, mejor te mando mensaje llegando a la plaza-
Lizzy torció la boca y se despidió no muy convencida, me echó una mirada escudriñadora para convencerse de que me sentía segura, yo puse mi mejor cara de póquer y ella se quedó más tranquila.
Pero no estaba errada en su preocupación por mis aptitudes urbanas, el largo encierro que me auto impuse había hecho estragos en mi confianza, me sentía incómoda caminando por la calle, casi no salía lejos a menos que Santiago me llevara en el auto y no estaba acostumbrada ni a cruzar la calle, puede que suene tonto, pero me sentía como gelatina extraviada, temblando y mirando a todos lados.
Por fin subí en la combi y tuve un respiro hasta que tuviera que descender, el chofer llevaba el volúmen de la radio alto y cantaba "El Triste", con más emoción que José José, era la canción favorita de "la Beba" en las madrugadas de fiesta.
-Hay que salir más seguido-, le decía a mi hermana Genoveva cada vez que nos reuníamos o salíamos; andando sola a cobrar mi pensión, me arrepentí de no haberlo hecho en serio.
Mi hermana era muy independiente, comenzó a trabajar desde muy pequeña igual que yo pero ella nunca dejó de hacerlo, no terminó la carrera tampoco pero a base de experiencia y trabajo duro, logró desarrollarse y obtener con los años, un puesto de supervisor en un gran centro comercial donde ganaba bien, ciertamente de no haber sido por los periodos en los que interrumpió su desarrollo profesional por la maternidad habría llegado a gerente hace mucho pero la sociedad todavía no está preparada para apoyar a la mujer y como muchas, fué bastante discriminada por ser mamá, empero, ella se abrió paso en el medio laboral con todo y chiquillos.
La Beba, era toda una mujer empoderada, estudiaba regularmente y en actualidad sus hijos estaban en la educación intermedia, eran tan independientes como ella y la apoyaban en todo; viéndola desenvolverse por la vida sentía orgullo y emoción.
Cuando era pequeña venía a jalarme del vestido diciendo, -¡Vamos a jugar con las muñecas!- yo no quería, -Ahora no, estoy cansada-.
Me gustaba preparar la casita de "mentiras" usando todo tipo de artículos para imitar los muebles; cajitas, los adornos de cerámica, toallas de cocina, flores hurtadas de las macetas de la vecina (las flores del panalillo hacían unos ramos extraordinarios) y las carpetas de estambre tejido que, hacían también las veces de vestidos, eran los materiales favoritos pero jugar a las muñecas como tal, no me agradaba.
Mi gusto era ordenar todo para que se viera bonito y luego quedarnos sentadas a contemplar nuestra obra, nada más. Ella en cambio quería jugar de verdad, era la típica niña de piernas chorreadas por brincar en la tierra, jugaba a las canicas y tenía sus juguetes pintarrajeados y las muñecas pelonas. Quién iba a pensar que aquella chiquilla despreocupada y fodonga terminaría siendo tan independiente y compuesta. Supongo que el amor rinde sus frutos y mamá siempre la prefirió, no me incomodaba, todos la preferíamos, era la alegría de la casa.
Hacia la adolescencia nos distanciamos bastante por la escuela y el trabajo de ambas pero al divorciarse recurrió a Santiago y a mí, la alojamos mientras reiniciaba su vida y eso nos volvió muy unidas.
Pasó por algunos apuros económicos mientras se independizaba, aunque tenía la pensión de sus hijos y su trabajo, las cosas no fueron sencillas y se enfrentó a muchos obstáculos pero con empeño y constancia, eso le rindió frutos a la postre.
Irónicamente ahora era al revés, ella era autosuficiente y yo le pedía ayuda para no salir a la calle sola.
Comenzaba a darme cuenta de que todo aquello que dejé de hacer sin ocuparme de mí, era lo que me estaba costando la autoestima y seguridad que tenía, no fué solo que Santiago, quisiera tener un ama de casa que cuidara de sus hijos, yo elegí ceder, pude irme o conservar otras cosas en sustitución; estudiar en vez de trabajar, salir de paseo en vez de a ganar un sustento, gastar en mi arreglo personal en vez de cuidar el dinero para que él pudiera lucir mejor en su trabajo; todas esas elecciones fueron mías, las adopté sin negociar y ahora estaba pagando la factura.
La vida cambia así uno no quiera ver venir la avalancha de consecuencias de las decisiones tomadas, aún estando con los ojos bien abiertos, uno nunca sabe cuando un giro inesperado va a derrumbar los planes que tenemos.
La combi llegó a mi destino y bajé torpemente, en la acera estaba la Beba esperando,
-Ándale, vamos a cobrar y pasamos a desayunar de regreso-.
Le dí su beso en la mejilla mientras le decía casi en el mismo tono en el que declinaba su invitación a jugar como cuando éramos niñas
-Mejor no, estoy cansada, me desvelé anoche-, frunció el ceño
-¡Tú siempre estás cansada desde que me acuerdo! o más bien te da flojera andar conmigo ¡Anda!-
Sonreí y nos tomamos del brazo, ya sabía yo que al final siempre iba a donde ella quisiera.

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Hoy amanecí cansada
RomanceRebeca es una mujer que tras su divorcio no sabe el rumbo que tomará su vida, se enfrenta a los obstaculos de su día a día sintiendose abrumada y los eventos cotidianos la remontan a sus recuerdos de juventud.