De las cenizas, renacer

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Después de estar celebrando, no consideramos conveniente manejar, así que pedimos un taxi y Santiago y yo nos dirigimos hacia la tienda, al llegar el panorama era desolador; todo el edificio estaba todavía en llamas y los retenes de los bomberos no dejaban acercarse a la zona pero lo que se veía desde donde estábamos era contundente, todo en la tienda se había perdido.

Gaby había llegado sola unos minutos antes, sus hijos se encontraban fuera de la ciudad, al verme corrió hacia mí, su rostro expresaba la tristeza de ver nuestros sueños hechos cenizas y la preocupación por los eventos venideros, me abrazó y quiso decir algo pero no pudo articular palabra; en seguida, se echó a llorar en los brazos de Santigo. 

Durante el tiempo que estuvimos casados, él fué como un hermano para ella y se sujetaba de su brazo, como quien necesita un sostén para no caer.

Cuando los presenté en una fiesta, Gabriela le había dejado muy claro que formaría parte activa en nuestras vidas para siempre;

-Eres el novio de mi mejor amiga, así que seré tu hermana pequeña desde hoy y más te vale nos trates bien o te haré pagar ¿entendiste?- Gaby le había ofrecido el papel de protector ese día y Santi aceptó de inmediato el puesto. 

En aquel momento entendí que Gabriela cortó de tajo con esa relación sin un cierre adecuado, siempre estaría de mi lado pero en esta situación ella necesitaba de nuestro apoyo y de lo que él siempre fué para ella.

Después de recomponerse al fin pudo decir algo;

-Ay amiga yo sé que deberíamos estar felices de que todo pare en lo material, estoy muy contenta de que estés sana pero en verdad, no puedo con esto ¿qué va a pasar?-

Intenté consolarla recordándole que el seguro respaldaba gran parte del valor de las cosas pero, todavía estabamos en un momento incierto para asegurar un buen arreglo, además era momento de su duelo por la pérdida del trabajo de varios meses, lo mejor es que lo viviera a su ritmo.

Durante la mañana se pudo terminar con el incendio y procedimos a los trámites con la aseguradora, según los informes, el incidente había comenzado en una tienda de regalos aledaña que tuvo una falla en el sistema eléctrico; las flamas debieron alcanzar uno de los tanques de helio que usaban para los globos y la explosión permitió que se propagara hasta nuestra tienda, ahí las telas y todo los materiales se perdieron con facilidad en el fuego. Todavía faltaba averiguar por qué el sistema de aspersores no había funcionado pero todo apuntaba a que hubo negligencia de parte del dueño del edificio.

Después de unos días, la aseguradora resolvió que recuperaríamos el noventa por cierto del valor total del negocio a la fecha del siniestro, con eso y lo que teníamos resguardado en una bodega podríamos comenzar de nuevo.

Gaby y yo acordamos que seguiríamos con el negocio digital mientras nos poníamos al corriente con las entregas de pedidos ya realizados y posteriormente buscaríamos un nuevo local, después de todo, ya teníamos clientes fijos y la experiencia del tiempo que estuvimos dando servicio, además el no pagar renta ni servicios nos proporcionaba la opción de no tener que despedir a ninguno de los empleados mientras remontábamos.

Al organizarnos, hicimos algunos ajustes sobre el tiempo y las tareas de cada colaborador en la tienda, optimizamos los procesos de cada servicio y nos sobraba personal para atender el sistema en línea, decidí entonces tomar un descanso; le ofrecí a Gaby que continuaría involucrada como socia del negocio con mi parte de la inversión.

Para apoyarla en abrir de nuevo la boutique física, seguiría como modelo sin sueldo y que trabajaría ocasionalmente en la tienda como consultora, así eliminaríamos un sueldo completo y complementábamos los demás, pero era momento de separarnos.

Al principio Gaby pensó que yo estaba abandonando el barco pero pronto se dió cuenta de que realmente ya no me necesitaba, ella podía manejar casi sola la dirección de la boutique en la que cada vez, era más constante la participación de la Beba, que al estar involucrada con tiendas departamentales durante toda su carrera, estaba más que experimentada para manejar el negocio con Gaby, incluso si como esperábamos, se lograba conseguir ampliar el alcance de las ventas y se abría otra tienda, entre las dos podían administrarlo.

Finalmente quedamos de esa manera, ellas tenían un negocio que dirigir y yo una participación como socia y consultora, eso me daría un ingreso decente en poco tiempo, en tanto, me bastaba con mis ahorros para estar tranquila mientras decidía qué hacer con mi vida.

Una vez más dejé un negocio y una vez más me había convertido en sólo una facilitadora de los sueños de alguien más; pero eso ya no era algo que me hiciera sentirme desolada o decepcionada, había encontrado que no sólo fuí ama de casa durante mi vida, tenía una brillante carrera como impulsora de carreras.

Extrañamente, fué la primera vez que no me sentí angustiada por mi porvenir, tenía la certeza de que iba a ser exitosa en cualquier cosa que eligiera hacer y ahora únicamente tenía que darme un momento para pensar qué sería aquello. 

Un sueño, era hora de hacer realidad mi propio sueño.

Mi familia estuvo conmigo y me apoyaron cuando les comuniqué mi decisión de dejar la boutique, me dieron muchas ideas para emprender de nuevo; desde mi punto de vista, la vida me daba otra oportunidad de tener un proyecto para realizar y eso me hacía sentirme esperanzada.

Por esos días recibí una llamada de Daniel, venía a la ciudad y me invitó a salir, era una cena de gala ofrecida por uno de sus clientes y me pidió que lo acompañara. Acepté y durante la velada platicamos de lo que había pasado con el local; previamente él había visitado a Gabriela para ofrecerle su apoyo moral y económico, de hecho le consiguió una entrevista con un amigo que aseguraba, podía rentar un espacio bastante grande al mismo precio que el anterior y en una zona más concurrida, además se ofreció a promover el negocio con sus amigas y clientes, eso puso de buen ánimo a todos en la boutique, era un empujón turbo.

Le agradecí su generosa ayuda por la parte que me tocaba, y le permití por primera vez llevarme a mi casa al terminar la noche.

Llegando a casa lo invité a pasar y dudé un poco de lo que hacía mientras preparaba un par de cafés, Lizzy había salido de fin de semana con su novio y la casa estaba sola a excepción de Lucho que dormía plácidamente.

En un momento dado me puse un poco nerviosa, desde mi divorcio no estuve con un hombre a solas y menos,a esas horas en mi casa. Daniel notó de inmediato mi turbación y me tomó de las manos con una amable sonrisa en su rostro.

-No te alteres, estoy igual de nervioso pero no hay razón Beck, es que los grandes momentos son impresionantes pero también maravillosos-

Me dió un beso tierno y profundo, nos transportamos en el tiempo y luego ambos nos ruborizamos como adolescentes, él era todo un caballero, un hombre maduro y de experiencia pero parecía un chiquillo en ese momento, de pronto y cuando creí que nada podía sorprenderme más, se arrodilló y me mostró un anillo;

-Rebeca Altamirano, no quiero pasar una noche contigo, quiero que pasemos juntos el resto de nuestras vidas ¿quieres casarte conmigo?-

Hoy amanecí cansadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora