9.- Sorpresas

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Harry

Quizá sea horrible, porque llevo desde que se fueron deseando que mis amigos vuelvan, pero cuando Friend empieza a arañar la puerta de casa y me asomo a ver qué pasa, me sorprendo al ver que mis amigos han vuelto. Están bajando del taxi delante de su casa. Y, realmente, había olvidado que regresaban hoy.

Me pongo unos pantalones y una camiseta de manga corta, porque me dormí en ropa interior, y abro la puerta al perro antes de que me la eche abajo, mientras aún me estoy atando las deportivas. Llego a su puerta cuando Juls está delante de él, con la cabeza hundida en su pelaje y acariciándole con muchas ganas.

Alza la cabeza hacia mí cuando se percata de que he llegado y pasa del perro para lanzarse a mis brazos. La levanto del suelo y doy un par de vueltas haciéndola chillar, solo por molestar.

―Me has echado de menos, ¿verdad? ―pregunto divertido, dejándola más lejos de la puerta para colarme por esta.

Ellie es la siguiente en verme, seguramente se acercaba ya atraída por los gritos de su madre. Se lanza a abrazarme la pierna al grito de: «tío Hady». Es lo más adorable del mundo. La alzo en brazos y la lanzo al techo. Se parte de risa y se abraza a mi cuello cuando la acerco a mi cara. Le hago una pedorreta y se parte de risa, antes de empezar a hablar muchísimo y muy rápido de cosas que no logro entender. Y me da igual, la miro embelesado, ignorando a Riley que ha salido de la cocina justo ahora.

Cuando la niña al fin se cansa de contármelo todo y le pide una galleta a su madre, la dejo en el suelo para que la siga a la cocina dando pasitos adorables. Qué coño, todo lo que hace esa cría es adorable. Entonces saludo a Riley, estrechando su mano.

―No sé cómo entendéis ni una palabra de lo que dice.

―Habla igual que tú cuando bebías, tenemos práctica ―replica.

¡Auch! ―me quejo, aunque se me escapa una carcajada mientras me siento en su sofá.

Friend ronda un poco a Riley, que le ha hecho carantoñas mientras yo charlaba con Ellie, pero acaba tumbándose a mis pies. Ellie vuelve entonces, con la mano llena de galletas y tiende una hacia mí. Es un dinosaurio y hace un ruidito imitándolo. Le doy un mordisco y ella se parte de risa.

―¡No me has regado las plantas, Harry! ―me regaña Juls desde la cocina entonces.

Yo miro hacia la puerta de la calle, planteándome si me dará tiempo a saltar sobre el respaldo del sofá y salir antes de que me pille. La respuesta es no, porque sale de la cocina con los brazos en jarra. Así que siento a Ellie en mis piernas, que vuelve a partirse de risa, para que Juls no me agreda, seguramente quiera proteger a su vástago.

―Sí que lo he hecho, pero es que hace calor, se habrá evaporado ―me excuso―. ¿Os he dicho que me voy a quedar vuestro perro?

Fens ―dice Ellie, señalándolo.

―Sí, ahora es mío.

―No. ―Abre mucho los ojos y agita la cabeza―. Fens mío. ―Se señala con un dedito rechoncho lleno de babas.

―Vale, ahora me voy a quedar también a esta enana, porque es insoportablemente adorable ―aseguro a Juls.

Y sé que se ha ablandado, porque me mira con ternura. Al parecer, se ha olvidado de las flores, lo que es una victoria al menos hasta que vuelva a ir a la cocina.

―¿Queréis deshacer las maletas, ducharos e ir a comer por ahí? ―sugiero, para evitar que regrese a la cocina―. Yo me puedo quedar con Ellie viendo esos dibujos tan horribles que le gustan, porque llevo dos semanas con intriga de saber cómo consiguen el material para... Bueno, que seguro que ella necesita saberlo.

Si en diez citas...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora