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Harry
Obviamente los primeros en llegar son Juls, Riley y Ellie, porque viven enfrente. Si les sorprende que Summer esté ya aquí, no lo dicen. Yo me alegro muchísimo de que haya llegado antes. Mi cumpleaños siempre es un día bastante triste. Este año he querido celebrarlo con más gente porque el año pasado lo pasé solo, ni siquiera permití a Riley ni Juls que se sumasen a mi fiesta depresiva.
Y no quiero volver a sentirme así, ni borracho perdido como los anteriores cumpleaños, ni solo como el último. Por eso he invitado solo a gente que me hace sentir bien. Y a mi madre. Porque me parecía horrible invitar a las madres de Juls y Riley (y ahora a la de Summer) y no a ella, sobre todo teniendo en cuenta que mi madre y la de Riley son algo así como amigas. Conocidas. Lo que sea.
Quizá, si hubiera sabido que Summer aparecería con ese minivestido tan sexi, le hubiera sugerido celebrarlo a solas, pero ni siquiera pensé que aparecería sin gastar una cita. Y no quiero gastar una cita por mi cumpleaños, porque me sentiría... mal. Peor que solo.
Juls me sujeta las manos cuando voy a darle un abrazo, mientras Ellie se enrosca a mi pierna llamándome con insistencia. Miro extrañado a mi amiga, porque siempre es la primera en repartir abrazos.
―Riley me dijo que estaba prohibido traerte regalos, porque debes ser un soso y un raro ―me dice.
―Gracias, cariño, siempre está bien que te insulten en tu cumpleaños ―aseguro, aunque se me escapa una sonrisa.
―Así que, te he traído algo que creo que te gustará.
―Me alegra ver que sigues al pie de la letra mis instrucciones de raro y soso ―me burlo, dispuesto a soltarme de ella y huir.
No me gustan los regalos, no sé por qué, me hace sentir incómodo que me den cosas de esa manera. Juls no me suelta una de las manos y saca algo del bolsillo trasero de sus vaqueros piratas. Me río al verlo, mucho más relajado.
―Lo que siempre he querido, nena, pis en un palito. ―Suelto una carcajada, pero ella sonríe con tantas ganas que la abrazo por fin―. Me alegro mucho, Juls.
Y me alegro de verdad, que conste, sé cuánto desea Juls tener más hijos. Pero también me da un poquito de envidia, y no puedo evitar mirar de reojo a Summer, que parece algo cortada, apoyada sobre el respaldo del sofá.
―Que sepas que no lo voy a querer tanto como a Ellie ―le digo a Juls, tras romper el abrazo y levantar a la niña del suelo al fin, porque sigue gritando para que le haga caso.
―¡¿Cómo que no?! ―se queja Juls, mientras yo saludo a Riley sin soltar a su hija.
―No sé, es la primera, ya le he cogido cariño. Al segundo me va a costar más ―la provoco, solo por molestar―. Tú tienes una hermana pequeña, Summer, ¿crees que tus padres te quieren más que a ella?
Juls suelta un ruidito de horror por mi pregunta, que solo ha sido un intento cutre de meterla en la conversación, Summer ríe con ganas.
―¿Estás de broma? Kate nació cuando yo estaba en plena edad del pavo, obviamente la quieren más a ella ―me dice sin dejar de sonreír.
―Háblame más de esa edad, por favor, necesito saber cómo eras a los quince.
―Ni loca.
Y ahora quiero saberlo todo. Me ofrezco a ir a buscarles algo para tomar. Le consigo un zumo a Ellie, que sigue colgada de mi cuello. Está adorable con un vestidito rosa y dos coletas. Supongo que acabaré queriendo igual al próximo hijo de Juls y Riley, pero a ella la adoro tanto que ahora mismo me resulta imposible de imaginar.
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Si en diez citas...
RomanceHarry tiene un enorme vacío dentro que solía llenar con alcohol, pero con su chapa de quinientos días sobrio no le queda más remedio que buscar otra forma de sentirse completo. Y, cuando menos lo espera, se topa con la alguien que hace que ese aguje...