Holisss!! Vengo a crearos ansiedad diciendo que, sin contar este capítulo, quedan dos y el epílogo para acabar con el libro. ¿Estáis nerviosas? :D
Subiré el siguiente capítulo cuando este tenga, al menos, 360 votos (y tenga un rato libre para subirlo).
*
Summer
―¡No puedes ir sin un abogado! ―me dice mi hermana―. Voy a llamar a Harry.
Le quito el móvil de un tirón. No quiero que llame a Harry, prefiero ir a la cárcel que pedirle ayuda. Aunque dudo que nadie vaya a meterme en la cárcel por esto, quizá no estaría mal por salir del refugio. Este lugar tenía que ser... bueno, mi refugio, y ahora, por culpa de Harry, las paredes se me caen encima. Porque cada rincón me recuerda a él, cada centímetro parece conservar un recuerdo del abogado. No sé cómo en solo nueve citas ha conseguido adueñarse de mi vida de esta manera, pero no puedo permitir que siga haciéndolo.
Además, dudo mucho que estuviera dispuesto a representarme, tal y como están las cosas. Creo que me dolería muchísimo más llamarle y que no apareciera, así que no voy a darle la oportunidad de seguirme destrozando, puedo encargarme.
Me he puesto un traje de dos piezas, de falda y chaqueta, pese al calor, para parecer profesional. No estaba preparada para esto. Se suponía que el juicio sería el mes que viene (juicio rápido, dijeron en la anterior citación), pero ayer me llegó una nueva carta oficial para pedirme que acudiera a una negociación previa, en un edificio del centro, uno lleno de despachos de abogados. Supongo que Stone trabajará ahí.
He tratado de no pensar en ello. Y aún sigo intentándolo. Anoche no dormí, pero en lugar de darle vueltas, me esforcé por dejar la mente en blanco. No funcionó del todo, pero apenas lloré y no pensé más que durante la mitad de la noche en lo despiadado que ha sido Harry con mi corazón.
Príncipe trata de escalarme por la pierna cuando dejo el móvil de mi hermana en el mostrador y cojo mi bolso. Le doy una caricia, pero como se empeña en mordisquear la tira de mi sandalia, lo levanto y se lo paso a Roy.
―Al menos deja que vaya contigo ―me pide mi hermana.
Estoy molesta porque he tenido que cancelar todas las citas de la mañana, así que no voy a hacer que ella cancele las suyas también. Ha empezado a atender aquí, para cortar el pelo a perros, así que paso de perder más dinero.
―Kate, trabaja, que tendrás gente esperando ―le pido.
Luego salgo. El taxi ya me está esperando. Cojo aire antes de subir. Me pregunto si tengo tan mala pinta como creo, pese a que me he esforzado por hacerme un moño estirado y profesional y ponerme un maquillaje sutil que oculte mis ojeras, porque el hombre me mira por el retrovisor y parece que lo hace con compasión. Quizá no. No lo sé.
No hablamos más allá de darle la dirección. No trata de entablar conversación. Cojo aire y lo suelto, me concentro en eso. Luego, cuando pago y bajo, me centro en dar un paso y después otro y otro.
El edificio es monstruosamente enorme. Cruzo las puertas grandes de cristal, que se abren a mi paso y entro en un mundo diferente de gente trajeada y movimientos apresurados. Un tipo con un maletín está a punto de arrollarme. Me acerco al mostrador, una mujer muy maquillada con unos cascos con micro me dedica una sonrisa.
―Me han citado ―explico, sacando la carta y dejándola sobre el mostrador.
Me tiemblan tanto las manos que me dedica otra sonrisa amistosa antes de revisar la carta. Luego teclea en el ordenador.
―Siga por este pasillo hasta el fondo y en el último ascensor suba al piso treinta y cinco. Allí la esperarán.
Asiento, con la boca seca. Recojo mi carta y la aprieto en el puño mientras recorro el pasillo que me ha señalado. Treinta y cinco pisos, menuda monstruosidad. Compruebo que es el último cuando subo. Supongo que Stone me hace venir aquí para fardar, porque no lo entiendo.
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Si en diez citas...
RomanceHarry tiene un enorme vacío dentro que solía llenar con alcohol, pero con su chapa de quinientos días sobrio no le queda más remedio que buscar otra forma de sentirse completo. Y, cuando menos lo espera, se topa con la alguien que hace que ese aguje...