Epílogo

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Unos meses después

El taxi la dejó en la puerta y bajó de un salto. Llevaba un montón de horas en la oficina, quizá más de doce, y se sentía hecha un desastre. Le dolía el cuello y la espalda y seguro que tenía el pelo horrible de pasarse las manos por él, pero no podía dejar esa conversación para la mañana siguiente, así que aporreó el timbre en cuanto llegó a la puerta.

Harry tardó demasiado en abrirle la puerta.

―¿Qué pasa, Addy? Parece que huyes de un fantasma.

Addy se coló en su casa y le sujetó del brazo para arrastrarle a su propio salón. Príncipe se puso de pie para saludarla, manchando su traje de patazas de barro a las que no dio ninguna importancia mientras acariciaba la cabezota del enorme perro. Harry no se quejó por el ataque, se limitó a reírse y colocarse la camiseta.

―Menos mal que estáis todos aquí ―les dijo Addy.

Riley y Juls (una Juls muy embarazada, con Friend enroscada a sus pies) estaban en uno de los sofás y Summer tenía a Ellie sobre sus piernas, sentada en uno de los sillones, hasta el que Harry llegó, para apoyarse en el reposabrazos. En los últimos meses no se separaban más de lo necesario, tampoco de Reina, que estaba tan tranquila en una colchoneta enorme, tendida boca arriba.

―Claro que estamos aquí ―le dijo Riley―. Habíamos quedado a cenar. Contigo. ¿Te acuerdas? Te hemos estado llamando y nos has colgado.

―Sí, sí ―Addy le restó importancia con un gesto de la mano―. ¿Conocéis a un tal Jacob Watts?

―¿Deberíamos? ―preguntó Harry, mientras Príncipe trataba de escalarle por la pierna. El animal no parecía ser consciente de su enorme tamaño, pero apoyado sobre las patas traseras podía apoyar su cabeza en la cadera de Harry sin problema.

―¿No os conocéis todos los asquerosamente ricos entre vosotros? ―cuestionó Addy, haciendo reír a Harry.

―Ojalá, el mundo sería más clasista, creo que hace falta, sería bonito ―aseguró, ganándose un golpe de Summer con el caro anillo de compromiso que llevaba en el dedo.

―¿Quién es? ―preguntó Juls, con tono preocupado.

―Un rico, lo acaba de decir. Estará a la caza de marido ―se metió Harry―. ¿Alguna vez te he dicho que se ofreció a casarse con Riley cuando se puso en plan: «rico busca esposa»?

―Sí, no pierdes la oportunidad de mencionarlo ―replicó Juls, mirándole fatal―. Y tú perdiste a mi perro. Está claro que los amigos de mi marido no son perfectos.

―¿Podemos volver a mi problema? ―preguntó Addy, pateando el suelo con el tacón―. La junta me ha dicho que, si consigo que ese tipo invierta una cantidad indecente en la empresa, el puesto vacante en el consejo será mío.

Tras la negación de Riley de ocuparlo, un tipo menos cualificado que ella fue ascendido, pero tras un escándalo relacionado con una habitación en un motel, unas prostitutas y un montón de cocaína, volvía a haber un puesto vacante. Y ella lo quería, a cualquier precio. Haría lo que fuera por conseguir que ese Jacob Watts invirtiera su dinero en la empresa y le dieran su puesto soñado.

Lo que fuera.

Nota de autora:

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Nota de autora:

Llevo semanas postergando subir el epílogo por dos motivos. El primero es que no sabía si subirlo. Como pasa con muchas de mis novelas, el final de esta supone el principio para la tercera parte, pero como ya sabéis, no la subiré a Wattpad, así que me parecía abrir algo que dejaré inconcluso, aunque sí suponga un cierre para Harry (y por eso y porque me lo habéis pedido me he animado a subirlo). El segundo motivo es que subir esto no solo pone punto y final a la novela, también lo hace a mi etapa en Wattpad.

Pensar que estas son las últimas líneas que compartiré por aquí, se hace más duro de lo que esperaba. He vivido muchísimas cosas desde que me uní hace diez años, he subido más de treinta (¿más de cuarenta?) historias, he quedado finalista de los Wattys tres veces, he ganado uno, he firmado un contrato editorial y, sobre todo, he conocido a gente maravillosa. Me habéis hecho muy feliz leyendo mis novelas, comentándolas, hablando conmigo a través de redes sociales. Y, sinceramente, eso ha sido lo mejor, la interacción con vosotras. Así que espero que esto no sea un adiós y que sigamos viéndonos en mis libros, aquí o en otras partes.

Muchas gracias. Os quiero.

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Si en diez citas...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora