26.- Séptima cita - parte dos

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Subiré el siguiente capítulo a partir de que este llegue al menos a 260 votos. No en cuanto llegue, en cuanto tenga AL MENOS y yo tenga tiempo y ánimo de subirlo :). (Por favor, no insultéis a nadie que no quiera votar, también están en su derecho y no os hagáis cuentas falsas, se nota y no las tendré en cuenta, ya que Wattpad las borra de vez en cuando y los votos vuelven a bajar).

*

Harry

―No te ha gustado. ―No es una pregunta. Summer extiende el dedo índice y me lo clava en la comisura―. Estás superserio. ¿Eres de esos que odia el amor? ¿Qué no cree en ello?

Coloco la mano en su espalda para hacerla salir de la sala de cine, porque está haciendo cola a nuestra espalda. Se ha hecho un poco tarde, y me muero de hambre. Me he quedado sin palomitas a los diez minutos de empezar el bodrio de película que nos hemos tragado, así que la llevo hacia mi coche para buscar un sitio que siga abierto para cenar.

―No odio en el amor, y sí creo en él ―replico, sin quitar la mano de su cintura, y ella no se queja―. Y puede que no sea mi género favorito para ver, pero es que era mala con avaricia.

Infla los carrillos y me mira indignada. Supongo que a ella sí le ha gustado.

―¿Por qué es tan mala, a ver, listo?

―Pues no sé, él se enamora de ella porque es diferente a todo lo que ha conocido y cree que es especial, pero ¿por qué se enamora ella de él? Solo porque está bueno. Cero contenido.

―¡No es verdad! Es que... ―boquea un poquito, pero no encuentra argumentos, porque no los hay. A ella le gusta él porque se le cae la baba cada vez que lo ve.

―No sabe nada de él, no le conoce, no le importa descubrirlo. Toda la película está centrada en ella, en sus problemas y sus desilusiones. Y él es... como un bonito jarrón.

―Bueno, la decoración doméstica es importante ―asegura bromista, más relajada con el tema, cuando llegamos al coche. Le abro la puerta y la veo poner los ojos en blanco por el anticuado gesto. Me da igual. Habla cuando subo tras el volante―. Y el físico importa.

―Sí. Pero no puede ser lo único, porque entonces no es amor, es lujuria. ¿No te parece que soy la tía de esta conversación? ―bromeo.

Se ríe y me da un golpecito en el brazo. No sé dónde ir, solo conduzco, estoy a gusto a su lado.

―Eso ha sido muy machista ―me acusa―. Bueno, a mí me ha gustado, seré una enamorada del amor. Quizá tú eres un poco cínico, ¿no crees?

―Pues no. Y es la primera vez que te oigo hablar de amor, así que no creo que seas tan romántica como te crees.

Suelta un ruidito indignado. Yo me centro en buscar un sitio donde cenar, algún restaurante que no vaya a estropearlo todo de nuevo. Ahora, pese a la aparente frustración por no ponernos de acuerdo, parece alegre y motivada. Así que nada de sitios pijos, tengo que encontrar algo que siga encantándole. Algo que siga haciendo que ría conmigo y bromee. Debí buscar algo antes de salir con ella, pero ha sido una semana horrible en el trabajo y no he parado ni un minuto.

―¿Y eso es mi culpa? Tú tratas de enamorarme solo para llevar razón, ¿esperabas que me lanzase a tus brazos?

―Sí. Tenías que ceder a la lujuria, no resistirte tanto ―la acuso, aunque me he puesto nervioso.

No es que no quiera ya que ceda a la lujuria, de hecho, puede que en el cine haya sentido la tentación de meterle mano varias veces. Aunque culpo de eso a los pantaloncitos vaqueros cortos que lleva y la camiseta de tirantes ajustada, que deja poco a la imaginación. Pero, en cualquier caso, ya no es una cuestión de lujuria, no sé cuándo he cambiado mi opinión. Solo que ya no me vale con hacerle el amor y pasar página.

Si en diez citas...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora