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Harry
No he conseguido dormir en toda la noche y me siento tan mal que he sentido la tentación de colarme en casa de Juls y Riley a ver si tienen algo de alcohol. Dudo que guarden nada, sabiendo que... bueno, que vivo enfrente, así que eso me retiene un poco. Luego lo intento con la chapa de alcohólicos anónimos. Por último, pruebo con las fotos del móvil.
Pero sigo sintiéndome fatal. Por lo mal que he hecho sentir a un perro. Es absurdo y, a la vez, me quedo mirando esa foto, la que he hecho hace unas horas de Reina y Summer abrazadas. Y me doy cuenta de cuánto la he cagado en todo.
En todo.
Porque el resto de perros han reaccionado bien, pero Reina no, porque no es como los demás. Y Summer tampoco es como el resto de mujeres que he conocido, pero la he metido ahí, con el resto de la gente común, sin avisar, sin explicárselo. Y me arrepiento.
Tenía que haberlo hecho de otra forma, tendría que haberle dicho lo que planeaba y haberle pedido que viniera, si quería. Quizá debería haberme limitado a ofrecer que se quedase atrás con los perros. Pero quería que estuviera ahí, que lo viera.
Porque quería que viera lo que estoy haciendo por ella. Creo que ni siquiera lo he hecho del todo por Summer, sino para que vea que sí que sirvo, como abogado, como amigo, como cita...
La agonía me aprieta tanto el pecho que las lágrimas me escurren por las sienes. Dejo el móvil a un lado y miro el techo, pero no consigo calmarme. Me giro y grito contra la almohada y luego le golpeo con el puño.
No funciona. No funciona una mierda.
Me planteo llamarla, pero son las tres de la madrugada. No puedo llamarla a estas horas. Salgo de la cama y reviso la cocina. No quiero sentir este estúpido vacío, solo quiero dejar de sentir, porque he hecho daño a Reina y a Summer y no lo soporto.
Y no soporto los pensamientos que me golpean, que me recuerdan que, en realidad, estoy vacío. Y que no soy suficiente para ella. Que no la merezco por mucho que me guste. Que ni siquiera la comprendo y le he hecho daño llevándola de nuevo a un sitio de ricos idiotas, justo donde me pidió que no la llevase.
No hay nada con alcohol. Obviamente.
Salgo de casa. Cruzo la calle. Ni siquiera sé bien qué hago. Abro con mi llave. Ignoro a Friend cuando salta del sofá y se acerca a saludar. Miro hacia la cocina, pero me quedo parado. No sé si quiero comprobar si tienen alcohol, aunque sea un brick de vino para cocinar.
Me giro sin llegar a entrar a la cocina y subo las escaleras. Quizá tengamos mucha confianza y a lo mejor no es lo suficiente para entrar a su dormitorio, pero no lo pienso, porque si no cruzo esta extraña línea, voy a meter la pata hasta el fondo, y no puedo dar un paso atrás de un año y medio.
Riley es el primero en verme. Creo que pregunta si ha pasado algo encendiendo la lamparita. Juls se despierta entonces. No le respondo, me dejo caer entre ellos y me abrazo a Juls, apoyando la cabeza en su vientre. Ella me acaricia el pelo con dulzura, como si fuera un niño. Es cuando noto que sigo llorando. Riley suspira, pero vuelve a tumbarse y apaga la luz.
Ninguno dice nada, solo nos quedamos ahí, los tres, como si vieran lo hecho mierda que estoy y el poco sentido que tiene tratar de bucear en el vacío de mi pecho.
Me abrazo más fuerte a Juls.
No sé el tiempo que pasa. Creo que aguanta con calma hasta que nota que dejo de temblar, poco a poco. Porque necesito calmarme, porque Juls lo consigue de alguna forma, solo con estar.
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Si en diez citas...
RomanceHarry tiene un enorme vacío dentro que solía llenar con alcohol, pero con su chapa de quinientos días sobrio no le queda más remedio que buscar otra forma de sentirse completo. Y, cuando menos lo espera, se topa con la alguien que hace que ese aguje...