35.- Novena cita - parte tres

1.1K 283 37
                                    

Estoy publicando SEIS capítulos seguidos, antes de avanzar, comprobad que no os estáis saltando nada y acordaos de dejar vuestro voto y comentario para hacerme feliz.

*

Harry

Si tengo que ser sincero, creo que he deseado tener así a Summer desde la primera vez que la vi en el refugio, el día que Friend se escapó. Yo estaba haciendo algo similar con otra mujer que no me atraía ni una mínima parte de lo que me atrae Summer. Quizá por eso no pude evitar buscar una excusa para salir con ella. Aunque fuera una vez, porque ya se me había metido dentro.

Y tenerla así, rodeándome con una pierna perfecta y gimiendo bajo mi cuerpo, mientras se frota con mis vaqueros, me está volviendo loco. Tengo que apartarme un poco para poder quitarme la ropa y ponerme un preservativo, y odio cada segundo que paso lejos de ella. Beso su rostro cuando vuelvo a bajar, sus mejillas, su frente, su nariz, sus labios... Me vale cualquier pedazo de piel que encuentre a mi paso, mientras me coloco en su húmeda entrada. Me mira, con los ojos muy abiertos, y se lame los labios. Parece nerviosa. Y necesito que se relaje, que disfrute conmigo.

―Yo llevaba razón, sí que sabes a fresa ―le digo, sin quitar mis ojos de los de ella.

Ríe con suavidad, sus mejillas se ponen un poquito más rojas de lo que ya estaban. Sus manos buscan mi pecho y las apoya sobre mis pectorales con mucha suavidad, pero no para apartarme. Me pregunto si nota mi corazón latiendo a toda prisa contra su palma.

Porque no solo es sexo, eso lo he hecho muchas veces y no tiene nada que ver. Es mucho más. Lo es todo. Sé que no voy a poder ir paso a paso con ella, porque lo quiero todo. Todo. Todo.

Ya.

Asiente un par de veces, como si viera lo que pasa por mi cabeza. Me inclino sobre ella para besarla de nuevo. Sujetando mi peso con una mano a su lado en el sofá, mientras que con la otra acaricio su costado. No quiero perder el contacto, quiero tocarla cada segundo. Me hundo poco a poco, está tan húmeda que no me cuesta abrirme camino, pese a su estrechez. Jadea contra mis labios cuando llego hasta el fondo y me quedo ahí unos segundos, completamente unidos, sintiendo su respiración rápida y superficial contra mis labios, con sus manos aferradas a mi pecho aún.

Y entonces no es suficiente.

Acelero el ritmo, me muevo en su interior. Ella me rodea con los brazos para pegarme más a su cuerpo. Nuestro sudor se mezcla, nuestras respiraciones se funden, nuestras pieles permanecen completamente unidas. Hunde la cabeza en mi cuello entonces, la oigo gemir, murmura algo, creo que mi nombre. Y sé que no voy a tener suficiente. Nunca. Echa la cabeza hacia atrás después de unos segundos, arquea el cuello. Me parece la tentación en persona, con esa cara de placer. Sostengo su muslo para que me rodee con las dos piernas y luego beso su cuello. Se estremece contra mí, extasiada.

Tengo la sensación de que no va a ser el polvo más impresionante de mi vida, porque cuando vuelvo a moverme para verla, siento la necesidad que quiere estallar en mí. Cierro un segundo los ojos para relajarme, pero solo la veo a ella: abierta de piernas sobre la isla de la cocina, sonriéndome en bikini, bailando bajo la lluvia...

Resoplo y apoyo la frente en la de ella. La beso y responde al gesto, me muerde el labio, se estremece contra mí. Siento su propio placer golpearla. Echa la cabeza hacia atrás y grita. Tengo una visión perfecta de su cara de placer. Si tuviera el móvil le haría una foto. Es mi último pensamiento casi coherente antes de que su placer me arrastre al mío. Maldigo mientras me estremezco. No estoy listo para parar, no estoy saciado. De hecho, tras unos segundos en los que no nos movemos ninguno de los dos, me doy cuenta de que ni siquiera se me ha bajado el empalme.

Si en diez citas...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora