23.- Padres

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IMPORTANTE:

Había escrito aquí un texto muy largo llorando por muchas cosas, pero un par de comentarios me han hecho cambiar de opinión. A partir de ahora me iré a llorar a la llorería XD. Lo que sí me gustaría decir es que quería publicar capítulo por las que sí votáis, comentáis y me apoyáis, que os quiero mucho. De momento, supongo, el balance en Wattpad sigue siendo 50/50, el día que caiga al otro lado, me iré sin más. Gracias por el apoyo <3.


Subiré el siguiente capítulo a partir de que este llegue al menos a 250 votos. No en cuanto llegue, en cuanto tenga AL MENOS y yo tenga tiempo y ánimo de subirlo :). (Por favor, no insultéis a nadie que no quiera votar, también están en su derecho y no os hagáis cuentas falsas, se nota y no las tendré en cuenta, ya que Wattpad las borra de vez en cuando y los votos vuelven a bajar).

*

Summer

Me desplomaría en la cama si no temiera llenarla de polvo. Las mudanzas son muy sucias. Me arrastro hasta una silla del comedor y me dejo caer en ella. Puede que disfrute un poquito del espectáculo cuando Harry entra cargando tres cajas y las deja donde le señalo, en mi dormitorio. Se le marcan los músculos del brazo del esfuerzo y puede que me muerda un poquito el labio admirándolo.

Reina corre entonces hasta mí. Ha debido abrirle la puerta Kate, porque los hemos dejado encerrados para que no se pusieran en medio mientras subíamos cosas.

Es media tarde, pero por fin hemos acabado, esas eran las últimas cajas. Harry vuelve hasta donde estoy yo y se sienta a mi lado. Parece cansado y tiene el pelo muy despeinado, algo sudado y lleno de polvo y serrín de la furgoneta. Me río de él, mientras Reina corre hasta donde se ha sentado. Pone las patas en sus muslos y alza la cabeza para enterrarla en su pecho.

Sinceramente, no me extraña nada que a la perra le encante ese punto de su anatomía, yo también haría lo mismo si no fuera raro.

―¿Tachamos la séptima cita? ―pregunto, con una sonrisa inocente.

―Ni lo sueñes. Ya he pensado cuál será la séptima cita y no habrá tanto polvo. Bueno, un poco quizá sí.

No sé si pretendía que sonase mal, pero le miro alzando las cejas. Entonces sonríe y sé que sí lo pretendía. Le doy un golpecito en el brazo, aunque él no ha dejado de acariciar a Reina.

―Estás alucinando ―aseguro―. Pero gracias por la ayuda, sin ti no habríamos acabado hoy.

―Lo sé ―dice, indignándome de nuevo―. Me alegro de haber sido de utilidad. ¿Crees que está bien?

Tardo en entender que está hablando de Reina. Y se me ocurre soltarle algún comentario burlón, como que necesitará terapia para superar que le pongan un collar de diamantes, pero me doy cuenta de que está angustiado cuando me mira y se me pasan las ganas de ser borde.

―Sí, Harry, está bien. Te quiere.

Eso parece extrañarle, aunque no sé por qué. Tiene que ver que Reina está loca por él, ¿no? Me pregunto si Harry sabe lo fácil que es quererle, lo sencillo que es cuando es él mismo. No en restaurantes de lujo, más bien... Haciendo cosas como esta mudanza. Sinceramente, ojalá hubiera sido la séptima cita, porque es algo que no olvidaré jamás, que no quiero olvidar.

Sonrío ante la idea, saco el móvil y le hago una foto. Me mira con una sonrisa tímida, ligeramente dulce. Esa sonrisa también es muy fácil quererla. Le hago otra foto. Luego me doy cuenta de lo que estoy haciendo y se me seca un poco la boca. No puedo querer a Harry, porque él solo va a darme diez citas y luego se cansará y buscará algo nuevo que le estimule. Nunca ha ocultado que sea así, que sea lo que pretende.

Si en diez citas...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora