19.- Sexta cita - parte uno

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¡Holi! Sé que os gustan más las citas que los capítulos entremedias, así que...

¡La segunda parte de la cita cuando esta tenga al menos 235 votos!

*

Harry

Summer me mira cuando voy a arrancar y no puedo evitar una sonrisa mientras lo hago.

―Me extraña que hayas subido sin sugerir que voy a secuestrarte, o algo así ―bromeo, haciéndola resoplar, aunque sonríe un poco.

―Empiezo a confiar en ti.

Agito la cabeza, porque he hecho más por ella que por casi nadie en este mundo, pero no quiero decírselo, no quiero exponer así mis sentimientos, cuando no estoy seguro de que ella sienta nada parecido. Así que conduzco, tras encender la radio y dejar que una canción suave llene el vehículo, en lugar de hacerlo el silencio.

Me pregunto si debería estar nervioso. Son muchas cosas y tienen que salir perfectas, pero no logro sentirme así. Desde que dejé de beber no he organizado nada tan grande, antes lo hacía bastante a menudo, siempre había un buen motivo para festejar, porque era una excusa para beber. Ahora... Solo sé que saldrá bien, porque lo he hecho antes muchas veces y ahora estoy sobrio, para controlar los detalles.

Aparco delante de la tienda. Está cerrada porque los sábados solo abren por la mañana, pero conozco a la dueña y va a hacernos un favor especial. No quería venir cuando hubiera más gente, porque sé que Summer se sentirá incómoda y prefiero que pueda hacerlo sola. Salgo del coche y ella da una carrerita para seguirme. Aunque creo que cuando ve los vestidos de fiesta del escaparate, desea salir corriendo en la dirección contraria.

―¿Qué...? ¿Harry? ―Parece insegura, mientras yo paro delante de la puerta.

―Sé que no quieres esto y no es algo que haría normalmente, pero lo de esta noche es importante. Solo estarás con la dueña, yo te esperaré en el coche. Puedes elegir lo que quieras. Me encanta la Summer a la que no le importa nada y va a un restaurante como... Bueno, como en la primera cita ―me río un poco―. Y, por lo general, te prometo que prefiero que mis citas sean con esa Summer. Pero hoy es... importante. Por favor, considéralo un pago por mi ayuda en el refugio.

Suspira, poco conforme, pero acaba asintiendo. Quizá ha sido un poco injusto, pero todo tiene que salir perfecto y su hermana me ha dicho que no tiene nada para ponerse en un evento así. Pulso el timbre. Summer sostiene mi mano cuando la bajo.

―Pero no me dejes sola ―me pide, como si le aterrase que la ropa cara de pronto fuera a atacarla.

La señora Dufour no tarda en abrirnos, con una sonrisa dulce en su cara llena de arrugas. Hace unos años la ayudé con su divorcio, porque su marido quería dejarla sin nada por un tecnicismo estúpido. Al final, montó la tienda gracias a lo que le sacó a ese cerdo infiel.

―Harry, qué alegría verte ―me dice con sinceridad.

Cuando nos conocimos me dijo que podía ser su hijo, así que no me iba a tratar de «señor nada». Me hizo muchísima gracia, es una señora muy sincera y espontánea.

―Señora Dufour, esta es Summer ―los presento.

Como se negó a llamarme «señor», yo me negué a dirigirme a ella de otra forma que no fuera por su apellido. Tenemos una relación divertida y amistosa. Summer parece intimidada, saluda con un entrecortado «hola», pero la señora Dufour tira de su mano y hace que entre a la tienda mientras la mira de arriba abajo.

―Cierra la puerta, Harry ―me ordena la señora.

Obedezco y echo el pestillo. Mientras las sigo a una distancia prudente, la señora Dufour lleva a Summer de la mano y la observa con detenimiento. Luego la coloca en medio de la tienda. Es un sitio bastante grande, alargado, con vestidos separados por colores cubriendo cada milímetro de la tienda. Tiene maniquís vestidos con elegancia y, en un rincón, trajes de hombre. Me ha hecho alguno a medida, es una máquina.

Si en diez citas...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora