Harry
No entiendo qué pasó con Summer. Se lo he contado a Juls, que es la voz de mi conciencia o algo así, pero tampoco lo entiende. Según ella, algo no le he contado bien. Yo no aguanto el misterio más de una noche, así que a la mañana siguiente voy al refugio. Roy, su amigo, me informa de que no pasa mucho por allí los martes, miércoles y jueves porque está «en su otro trabajo». Así que me toca esperar hasta el viernes, porque no quiere decirme dónde está ese lugar.
Voy antes de la oficina a verla. La veo llegar cuando llevo cinco minutos en su puerta esperando. No he querido llamarla ni hablar por mensaje, porque me parecía más impersonal. Ahora me arrepiento, porque parece más frío todo, como si hubiera esperado demasiado.
Viene con un grupo de perros, así que me quito de la puerta para que entre. Ni siquiera me mira, pasa con la cabeza agachada. La sigo dentro y cierro con algo de fuerza, haciendo que se dé la vuelta con cara de mala leche. ¡Pues genial! Eso es una maldita respuesta.
―¡Mi puerta no tiene la culpa de que no sepas aceptar un no! ―me grita y se me escapa una risa, de verdad, es que no puedo tomármela en serio con todos los perros olisqueándola en busca de chucherías.
―¿Eso es lo que ha pasado, nena? ¿Me has dicho que no?
―Sí. Se acabó.
―¿Porque te llevé a una exposición?
Resopla y reparte chuches entre los perros antes de seguir avanzando. La sigo hasta un patio, donde deja a los perros. Una de ellos se acerca corriendo para darle con el hocico. La reconozco de aquella foto que me mandó. La llamó...
―Reina, ve con los demás ―le ordena, dándole un empujoncito.
Es una pitbull grandota, pero tiene cara de buena, y eso que le falta un ojo a la pobre. Cuando doy un paso hacia Summer el animal me gruñe. Extiendo la mano para dejar que me huela y la chica parece sorprendida. La perra no. Ella me olfatea y luego roza su cabezota con mis dedos.
―Es bonita ―le digo.
―Es mía ―replica.
―No pensaba robártela, aunque quizá lo haga. Desde que Riley se llevó a Friend echo de menos la compañía perruna ―bromeo, agachándome junto a la perra, que hunde la cabeza en mi pecho para dejar que la acaricie mejor―. ¿Qué problema hay con la exposición, Summer? Trato de entenderte.
―No me gustan tus mierdas de rico. ¿No te has parado a pensar que no es mi mundo y que puedo sentirme incómoda en él? No me gusta y ya está, no hay más.
―Vale, llevas razón.
Me pongo de pie y Reina me da con el hocico, así que sigo acariciándola un poco. Entiendo que pueda sentirse incómoda entre ricos y el despilfarro de los sitios donde la he llevado. A fin de cuentas, me dijo que tenía problemas económicos. Me lo planteo un momento, pensando cómo abordar mejor la situación.
―¿Eso es todo? ¿O pasó algo más? ―curioseo.
―N-no. Eso es todo. Bueno, tampoco me gustan las sorpresas, ni que me avises con una hora de antelación o dos. Tengo que asegurarme de que alguien puede quedarse aquí. Necesito tiempo para planificar... Necesitaba. Ya no habrá más citas.
Sonrío con más ganas. Son reglas que puedo seguir. Ya se me ha formado un plan en la mente.
―Si hago un plan gratis, sin ricos idiotas, bueno, ninguno aparte de mí, ¿aceptarías otra cita?
―Harry...
―Como disculpa por haber sido un capullo.
Se muerde el labio y veo la duda en sus ojos. Yo me limito a esperar, sin presionarla. Quiero que acepte porque le apetece, no por obligación.
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Si en diez citas...
RomanceHarry tiene un enorme vacío dentro que solía llenar con alcohol, pero con su chapa de quinientos días sobrio no le queda más remedio que buscar otra forma de sentirse completo. Y, cuando menos lo espera, se topa con la alguien que hace que ese aguje...