24 marzo - x494

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Todo chiquito, todo bonito, todo IchiRuki

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Todavía era muy temprano para que las campanas del templo de las Deidades sonaran anunciando el amanecer, pero Ichigo ya se había vestido, tomado un café y salido a la puerta principal del castillo para despedirse del Rey Isshin, quien en ese momento estaba en camino a Visnia.

Había sido una madrugada muy agitada, una que no debía ser así porque estaban en una semana de descanso y celebración, pero la situación lo ameritaba.

Ichigo sabía por qué se estaban apresurando las cosas para la boda, al menos lo que su padre y Toshiro le habían informado, pero no podía quitarse la sensación de que había algo más en todo esto que nadie le estaba diciendo.

Preguntarle al rey Aizen directamente no era una opción, y dado que las posibilidades de obtener una respuesta honesta eran escasas, casi nulas, Ichigo prefería callarse y evitar malentendidos.

Lo único que le quedaba a Ichigo era seguir todo como estaba estipulado, cuidar la seguridad de todos en el castillo y asegurarse de que la guardia que acompañaría a las gemelas a Verihan fuera eficiente.

Karin tendría la celebración de su boda en dos partes. La primera sería en el Castillo de Adelaar el día en que se firme el contrato de matrimonio y el acuerdo de alianza entre los reinos, y la segunda sería en el Palacio de Verihan bajo la bendición de las Deidades. Nada fuera de lo común para la boda de una princesa que se casa en un reino que no es el suyo.

Cuando Ichigo entró a su propia habitación, Rukia aún estaba dormida y eso lo hizo sonreír mientras se sentaba a su lado para quitarse los zapatos. Rukia solía despertarse tarde los fines de semana o cada vez que podía, e Ichigo siempre la dejaba dormir tanto como ella quisiera cuando pasaban la noche juntos.

A veces envidiaba la facilidad de su mujer para conciliar el sueño y mantenerse así a pesar del ruido, porque él no podía dormir así. El entrenamiento, la sangre y la guerra lo habían hecho demasiado susceptible a dormir poco y estar en alerta constantemente, y las únicas noches que sentía que podía dormir libremente eran cuando su esposa estaba con él porque ella le daba una paz que él no tenía forma de explicar.

Rukia era su luz y su lugar seguro en el cual estar.

— Buenos días, mi Luna. — susurró Ichigo mientras se acostaba a su lado y colocaba el mechón de cabello detrás de su oreja.

Rukia se veía tan tranquila y pacífica mientras dormía que daba la impresión de ser una princesa delicada y no la mujer fuerte que realmente era. Ichigo la amaba con cada fibra de su ser, amaba su mente, su risa y su sonrisa, incluso la forma en que sus cejas se juntaban cuando se enojaba, y la deseaba como nunca antes imaginó que se podría desear a una mujer.

Cada parte de su ser gritaba por tomar a su esposa y hacerle el amor a la menor provocación, en cualquier lugar y en cualquier momento, pero todo ese deseo se extinguía cuando las imágenes del día de la rosa acudían a su mente.

Todavía se sentía culpable por no haber podido protegerla y se decía a sí mismo que eso no les volvería a pasar, que no volvería a exponer a su esposa a algo tan doloroso como la pérdida de un hijo y que haría lo que fuera necesario para ver que ella estuviera sana y salva.

Y eso incluía no volver a tocarla hasta que fuera seguro. Al menos hasta que Kaien tenga a su primer hijo y les quite la espada que balanceaba sobre sus cabezas.

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Al despertar, Rukia descubrió que estaba sola en la enorme cama de Ichigo y que su esposo no estaba en la habitación. Él siempre se levantaba más temprano que ella cuando tenía asuntos que atender, así que ella simplemente se acomodó en la cama por un rato más mientras reunía el coraje para terminar de levantarse.

El Ruiseñor 2 || IchiRuki FFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora