El día llegó con malas noticias para las mujeres que vivían en el harén, ya que una de las concubinas de Yushiru, la que más cerca estaba de dar a luz, había entrado en labor de parto. Faltaban unos dos meses para fecha prevista para el nacimiento y las parteras que la atendían estaban preocupadas por la vida del bebé. Esas mujeres habían intentado por todos los medios que el bebé permaneciera dentro de su madre el tiempo necesario, pero nada había salido bien y el parto se había adelantado.
No habían permitido que Yoruichi entrara a la habitación de la concubina, ella se había quedado afuera junto con el padre de la chica, quien parecía demasiado preocupado y nervioso por la situación. La Malthai estaba allí, como representante del rey y como la mujer con más poder dentro del harén, apoyando a la concubina en ese momento.
Yoruichi podía escuchar los llantos de la concubina que estaba de parto, así como las palabras de las parteras animándola a no desistir en sus intentos de traer al pequeño bebé al mundo.
De un momento a otro, la habitación quedó en silencio y un momento después, se escuchó el grito desgarrador de la concubina que negaba la noticia que le habían dado. Yoruichi no quiso decir nada, pero el padre de la concubina exigió una explicación inmediata de lo que estaba pasando dentro de la habitación y por qué su hija gritaba de esa manera.
La Malthai salió de esa habitación con una expresión triste y derrotada, y el padre de la concubina se acercó a ella con urgencia para preguntarle si su hija y su bebé estaban sanos.
— Lo siento, mi señor, pero el bebé nació muerto. — La Malthai habló en un tono solemne, el que tales situaciones requerían. — Es una tragedia, porque era un pequeño príncipe.
El padre de la concubina negó esas palabras y entró a la habitación sin importarle que todo seguía siendo un desastre, solo para comprobar que la Malthai había dicho la verdad.
Yoruichi miró a su madre en silencio, sin saber qué decir, y le hizo una reverencia antes de irse.
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Cuando Yushiru recibió la noticia de que una de sus concubinas se había puesto de parto, la felicidad y el miedo se apoderaron de él; felicidad por el nacimiento de su hijo y miedo porque era demasiado pronto para que naciera el bebé.
Masayoshi, que había estado trabajando en los preparativos necesarios para que Yushiru asegurara el legado de su familia, desde la propuesta de matrimonio de Yoruichi hasta las habitaciones del palacio donde serían enviadas a vivir las concubinas embarazadas, lo acompañó al harén para averiguar qué estaba pasando con su esposa e hijo.
Fue gracias a la vigilancia de Masayoshi que Yushiru se enteró que el padre de la concubina, la que estaba de parto, había estado visitando a mujeres que tenían el mismo tiempo de embarazo que la chica; así que era muy posible que el hombre estuviera planeando presentarles un heredero varón de una forma u otra.
— ¿Crees que la otra concubina fue la responsable del parto prematuro? — Preguntó Yushiru mientras caminaban por los pasillos del palacio. En ese momento, Yushiru sospechaba de todos.
Los remedios de Sui Feng lo estaban ayudando de manera sorprendente porque el dolor no había regresado y aunque la herida parecía seguir aumentando de tamaño, ya no apestaba ni supuraba. Solo tenía que usar un bastón para caminar.
Yushiru solía decir que se estaba secando como si fuera una uva al sol.
La línea que los médicos dibujaron debajo de su rodilla todavía estaba allí, como un recordatorio de que si la situación empeoraba, le cortarían la pierna para salvarle la vida, pero él sabía que cortarle la pierna no sería la solución para salvarle la vida, pues muy probablemente su sangre estaba envenenada con esa maldición, y los pequeños moretones en su cuerpo eran una prueba de ello.
Sui Feng le dijo que aún tenía tiempo y que siguiera haciendo lo que tenía que hacer, que no se preocupara por el dolor porque ella se aseguraría de preparar las drogas correctamente, y era lo que necesitaba para terminar su asunto pendiente.
— Podría ser, pero no tenemos forma de saberlo. El padre de la chica mantiene un comportamiento correcto, lo hemos seguido durante días pero parece que no planea nada.
— Mantenlo vigilado. — Yushiru se quedó en silencio por un momento. — Quisiera saber el día en que voy a morir para estar seguro de algo.
— Te preocupa que el trabajo de parto de la otra chica sea prematuro cuando se entere de... — Masayoshi dejó la oración incompleta pero Yushiru entendió lo que quería decir y solo asintió.
No hablaron más sobre el tema, y cuando llegaron al harén, fue la Malthai quien le dio la noticia a Yushiru de que su hijo había nacido muerto. Yushiru supuso que algo así sucedería pero eso no impidió que la tristeza por la pérdida de su primogénito se instalara en su corazón.
— Lo siento mucho, hijo mío. — Comentó la Malthai tratando de consolarlo.
— Era la voluntad de las Deidades. — Respondió Yushiru con voz abatida, recordando que no había orado por sus hijos. — Que preparen un funeral para el pequeño príncipe. Voy a ver a mi esposa.
La Malthai asintió a esa orden y Yushiru entró en la habitación de la concubina, solo para encontrar a la chica llorando desconsoladamente por la pérdida de su hijo. Era inevitable que él la consolara, aunque ese nivel de cariño no era propio de él.
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El Ruiseñor 2 || IchiRuki FF
Fiksi PenggemarContinuación de El Ruiseñor. Ichigo y Rukia se casaron, sobrevivieron al intento de rebelión y al atentado en la luna de miel. Los culpables han sido castigados y todo parece de nuevo estar en orden. Parece... El viaje a la antigua Vayalat de la Som...