Capítulo 6: El consejo

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Ha consumido todo el poder del invierno con el calor de cada movimiento succionado de sus labios ansiosos. Esas manos grandes bajan por mi figura como las brazas de un fogón saturado en humo.

Subo mis piernas y lo amarro atrayéndolo en un movimiento rápido. Lo toma por sorpresa separándose de mi boca. El pecho le sube y baja debido a la respiración irregular, sus mejillas están coloradas y Giotto me saluda en una de sus iris.

Pego mi pelvis más a su cuerpo, relamo mis labios enterrando mis dedos en su cabellera rizada y tirando de él de nuevo a un beso. Gruñe y ejerce presión en mi espalda restregando mis senos en su torso duro. La pasión cocina la habitación y nuestro hambre también. La adrenalina viaja por mis venas y estoy inclinando mi alma a su servicio.

Jamás me había resultado tan irresistible quedarme en Seir.

Llaman a la puerta en un golpe suave, pero a Marcos no le importa. Su toque pellizca la tela de mis medias de forma juguetona. Sube hasta el filo de mi falda y remarca la piel bajo ella de forma sensual.

—Estas ardiendo, mi reina —dice contra mis labios en una voz ronca.

—Tú me haces arder, mi rey.

Ríe como un niño pequeño apoderándose de mi labio superior una vez más. Gimo ante sus palmas abiertas que se deslizan dentro de mi falda. Vuelven a tocar a la puerta.

—Mi rey.

Lo empujo suave ante el sonido de la nueva voz. Marcos hecha su cabeza hacia atrás frustrado. Intento bajarme, él me detiene.

—No.

Nos junta de nuevo y me besa. Cierro mis ojos dejándome llevar sin mucha pelea. Sabe a vainilla, el rey de Seir sabe a vainilla. Me encanta.

—Marcos, necesito hablar contigo.

Gruño y esta vez si lo separo con fuerza.  Me bajo de golpe y camino furiosa hasta la puerta, tomo la perilla pero unos dedos delgados se posan sobre los míos. Levanto la mirada chocando con la suya.

—¿Es más grande el deseo de matarla que de seguir besándome?

—Sí.

Apoya su cabeza en la puerta sin dejar de mirarme. Trata, en serio puedo ver que trata de descifrar que hay en mi cabeza. Miro nuestras manos ante las caricias, el anillo real reluce costoso en su dedo. Muerdo mi labio tratando de resistirme a las sensaciones que se cuelan en la boca de mi estomago.

—Regresa a casa, por favor.

Las ganas de llorar amenazan mi ego.

—¿Por qué? No entiendo, de verdad que no puedo…

—Tienes a tus padres y a tu hermana ¿no? Si vas a cada habitación de este inmenso lugar, notarás que solo tengo riquezas. A diferencia de ti, lo único que puede quitarme la gente envidiosa es mi dinero. Mi dinero hasta que te conozcan —su estatura me hace soltar el picaporte y pegarme a la puerta, se ciñe a mi cuerpo pequeño—. Yo quiero más que una sonrisa tuya ahora, quiero más que un beso tuyo justo ahora… pero creo que ha llegado la primera vez que se le niegue algo a este rey. Algo tan irresistible como saber que se esconde debajo de esa falda.

Sonrío con picardía.

—Unas bragas de color rojo —susurro, su mirada arde— ¿Quieres ver?

Ríe negando en diversión.

—Más tarde.

Asiento encantada. Subo mi mano y aparto el rizo travieso que siempre quiere cubrirle la mirada.

Amando Al Rey © [ L. I. 2 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora