Capítulo 21: Círculo íntimo

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Mis amores...

Les dejé una idea de como es más o menos la ciudad de reyes en mi cabeza.

Ahora sí, disfruten.

💚

Entramos a la habitación que me asignaron. Alfred me había dicho que no debía preocuparme, consiguió para mí las cortinas más oscuras de todo el reino.

Ni un rayo de sol se filtraría en la mañana.

Marcos avanza y yo cierro la puerta con cuidado. Detallo los huesos de su espalda, la línea hundida de su columna.

—¿Qué lugares de tu cuerpo no tienen pecas?

Se detiene frente a la ventana, con su brazo sano levanta un poco las cortinas. La luz de la luna se cuela dentro de la habitación.

—¿Es eso algo importante?

—Sí —me dirijo hacia él, aspiro su aroma deteniéndome a milímetros de su espalda—. Mi cabeza está empezando a creer que no hay un solo espacio de ti que no tenga.

No lo pienso más, rodeo su delgada cintura. Al principio se tensa pero poco después se relaja entre mis brazos.

—Háblame de ti —pide en un murmullo— ¿Qué te gusta hacer cuándo no haces travesuras?

Sonrío.

—Pintar.

Se queda en silencio, uno muy extraño. Lo rodeo sin bajar mi cabeza. Sus ojos están perdidos pero me observa una vez que quedo frente suyo.

—Igual que mi hermano.

Mi semblante cae. La tristeza baila entre sus iris y no me gusta como se ve en su rostro.

—Oh, entonces me hubiese caído muy bien.

—Solo tenía quince, de haber crecido junto conmigo, hoy sería un gran artista. Le encantaba hacer moldes en arcilla, les daba formas extrañas, muchas veces mencionaba que eran cosas que veía por ahí, escondidas entre las sombras.

Hundo mi ceño.

—Eso se escucha aterrador.

—Un poco —masculla sin ganas—. Jeremy vivía en su mundo la mayor parte del tiempo.

Jeremy

Marcos y Jeremy Thalassinos, príncipes de Seir.

Debió ser un infierno para todos ese día. Quizás por eso el castillo se volvió un caos cuando Marcos apareció en tal estado. No soportarían perder a la única joya que le quedaba a la corona de la familia real.

—Lamento lo que le pasó a tu familia, mi amor —tomo sus mejillas y lo obligo a mirarme—. No lo merecías.

Se encoge de hombros.

—Ya ha pasado mucho tiempo. Creo que esta claro que debo superarlo.

—¿Superarlo? Eso no sería algo justo. Aunque pasen los años, sigues siendo tú el que los perdió a ellos. No está bien que te mueras en la tristeza, pero ellos pueden doler toda la vida, nadie puede negarte eso.

Amando Al Rey © [ L. I. 2 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora