Capítulo 31: Fuego azul.

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Doy cuatro pasos, sí, cuatro pasos. La cachetada resuena y la fila de hombres se levantan de sus sillas. Tomo su mano y forcejeamos, le arranco el anillo sin delicadeza y lo quemo mucho más rápido de lo que la manecilla del reloj pueda contar un segundo.

Aprieto el arma para calmar mis dientes que castañean.

Bianca esta en shock y me mira abochornada. Las lágrimas le ruedan sin pena por las mejillas.

—¿Detrás de quien vas a escudarte ahora? —rujo más que enojada— ¡El rey no está!

Doy un paso más hacia ella, se endereza quitando su palma de la mejilla herida.

—Puedo defenderme sola. Yo…

Mi mano vuelve a impactar contra su mejilla, solloza. Ignoro a Lorenzo que rodea el estrado en compañía de Polo para llegar hasta donde estamos.

—No soy una desconocida, soy la reina —las llamas se adueñan de mis iris, humeando como el infierno— ¡Muéstrame respeto!

Los dos funcionarios se acomodan detrás de ella, quien luce como una gatita asustada justo ahora.

—No puedes hablarle así —recrimina Lorenzo—. Ella es quien merece respeto. Es quien ha logrado ganarse el amor y el favor de nuestro rey.

—Esto debe ser un complot, se han unido todos para quedarse con el reino —añade el viejo—. Puede considerarse traición.

Levanto mi arma y apunto al supuesto líder del parlamento. La primera lágrima de rabia se derrama.

Varios guardias rodean la escena. Jeddy levanta la voz, bajan sus armas con expresiones confundidas.

—¿Luzco como alguien que esta mintiendo justo ahora? ¿Crees que puedes hablarme así por un simple titulo que no podrás llevar contigo cuando te mueras? —muevo el arma a la cabeza de Lorenzo— ¿Te parece prudente desafiarme cuando él no está y el que no esté me coloca tan mal? Te hace igual a un necio el querer humillarme cuando estoy que te mato por que no sé quien es el culpable de que aquella cabaña esté destrozada. De que él, el rey, mi mate, mi amor… no esté ahora a mi lado. 

Bajo la palanca moviendo el tambor y la bala se posiciona, el sonido coloca en alerta a los soldados de la armada color verde.

—No, deberías pensar todo dos veces. Sabes perfectamente que soy yo su prometida y eso no cambió ni aunque apareciste.

Arranca el intento de corona de su cabeza, la lanza al suelo y se hace añicos.

—Así que aceptas que soy su conpañera…

—Quizás sea así… pero si no lo confesó ante su parlamento es por algo. Puede que no confiaba en ti…

Los demás miembros empiezan a  murmurar.

—¿Qué locuras estas hablando, mujer? —Jed llega a mi lado, yo solo veo su actuación con detenimiento.

—¿Locuras? ¿Tú no estabas presente cuando me dio el anillo?

—Anillo, anillo… ¡Ya estoy harta de tu puto anillo! —vocifero— ¿Dónde está ahora? Lo quemé… lo hice cenizas Bianca… ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Qué vas a hacer sin tu estúpido anillo?

El duque Polo avanza, su mirada remata en mi persona. Viene como una bestia hambrienta. Escucho los pasos  pesados de Ben, Jed saca su escopeta. El hombre levanta su mano y el moreno espera la llegada del golpe para disparar pero alguien detiene la mano.

—Jamás toqué en mi vida una sola hebra de su cabeza —papá aprieta sus dedos alrededor de la muñeca—. Hazlo y le daré la tuya de regalo.

El anciano gruñe, agita su mano pero el agarre del señor papá es firme.

Levanto mi mentón.

—Tomaré el mando y seguirán cada una de mis órdenes —acaricio la punta del arma con mis uñas—. Iniciaremos una búsqueda por todo el país, ¿el objetivo? Daisy Bourques.

Nadie respira.

—Es lo que la reina manda y es lo que se hará…

—El rey no está para confirmarlo—habla el marqués interrumpiendo a Jed—. Las reinas no lucen como ella.

El fuego nace en mi interior. Papá deja libre al duque para centrarse en Lorenzo.

—¿Y cómo luzco yo según tú?

—Cómo una mujerzuela —el hacha de Benjamín casi le corta la nariz de no ser por Bianca. Haylee chilla asustada.

El caos se desata.

—¡Maldito hijo de puta! —Jed va al rescate de la sirena cuando Benjamín le da un empujón que la hace caer al otro lado del la habitación, toma los brazos de su amigo y arraiga sus pies al suelo— ¡Voy a hacer que los intestinos te salgan por la boca! —
Jeddy forcejea con él tomando su hacha.

El capitán se acerca a Lorenzo gruñendo. Klaus posa su mano en su hombro pero no detiene sus palabras a pesar de que se sorprende por la velocidad de su llegada.

—Discúlpate.

Niega con sus ojos llenos de cólera. El ambiente toma un ligero matiz helado, y no proviene exactamente del clima.

—Alteza —susurra Haylee—. Saquemos a su padre de aquí.

No creo que pueda hacer eso.

Lorenzo le brinda una sonrisa llena de altanería a papá, lo mira desde la esquina de su ojo como si no valiera nada. Aplano mis labios. Tomo con fuerza el arma y se la lanzo, impacta en su cara. Cae al suelo en un golpe seco.

—¡Alteza! —chilla Lee.

Una de las cejas del marqués sangra, papá y Klaus giran en mi dirección. No es suficiente.

Me encamino hacía el grupo de personas al otro lado del salón. Una señora de mediana edad se levanta asustada de su silla cuando estoy cerca. Tomo el objeto con ambas manos y se la lanzo al marqués con todas mis fuerzas, logra esquivarla por suerte agachándose. Sus ojos azules me miran turbios. Tomo otra, esta vez un escudo blanquecino detiene el golpe.

Me topo con unos ojos negros.

Anthonella.

Es peor. Lianas de fuego se escapan de mi cuerpo, arrastran objetos hasta mí ya incendiados en llamas. Le lanzo uno detrás del otro. La rabia satura el lugar, la gente corre ante el calor asfixiante.

Veo rojo, todo rojo.

Voy a matarlos.

La rubia hace una mueca ante cada impacto. Lo que más anhelo es llegar hasta ella. El único objetivo de mi emperatriz es romper el escudo.

Invoco a mi dragón, olvidando por completo que estoy dentro del castillo. Un chillido de algún  hombre alimenta mi sed de ver sangre correr.

—Princesa, princesa —papá me hace verlo tomándome de mis hombros, sus manos cubiertas de hielo impiden que se queme—. Ya entendimos tu punto. Ya… majestad. Calma.

—No —mi voz sale distorsionada—. Nadie te mira así en mi presencia.

Sonríe de medio lado.

—Eso no me importa. No me afecta.

Amando Al Rey © [ L. I. 2 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora