Capítulo 12: Red

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Niego una enésima vez.

No lo discutiría con nadie, tampoco negaría la realidad. Marcos Thalassinos era irremediablemente mi debilidad.

Pero estaba sacando todos mis dotes de guerra para ponerle un alto a esta situación. Estaba bien que él quisiera llevarme a casa, pero no lo haríamos bajo sus condiciones.

—No me convence Dhalia, por favor…

Ojeo a mis espaldas, la puerta principal se mantiene cerrada. Estoy cien por ciento segura de que mis padres están husmeando entre las cortinas. Quien sabe si hasta el señor Fox.

—Haz lo que tengas que hacer, resuelve lo que tengas que resolver y cuando creas que el castillo es un “lugar seguro” para mí, vienes y te arrodillas.

Enmudece.

—Esto es inaceptable.

—Inaceptable es que quieras seguir escondiéndome —me acerco solo un paso, evitando que con la cercanía existente se creen chismes—. No he podido comportarme como realmente soy porque este puto lazo esta de por medio. Y esta bien, es normal que mis hormonas estén alocadas por tu culpa, que mi personalidad temeraria se reduzca debido a que somos mates, lo soporto. Pero haré que te sientas igual.

Subo mis manos y me deshago del collar, la luna esmeralda brilla cuando la coloco entre los dos.

—No soy tu reina y no lo seré hasta que me lo pidas —tomo su palma y la coloco sobre ella—. Y no te demores Marcos, quizás me enamoré de alguien más.

Su cara se contrae como si le hubiera dado una bofetada. Acomodo mi cabello muy digna. Abre su boca para refutar.

—No…

—Tengan un buen viaje de vuelta.

Los  tres hombres cerca de los autos nos miran ante el volumen en mis voz. Se apresuran en nuestra dirección.

—¿Cómo? ¿Se queda, Marcos? —el corazón se me aprieta ante su tono preocupado.

Me mira con sus ojos verdes y es increíble que me aprecie tanto sin conocerme aún. En realidad, había quedado aturdida por la forma en como me defendieron en la mansión. En verdad habían dado mucho miedo.

—No lo vas a permitir, ¿verdad?

—Ya basta, Jed —le regaña Marcos.

Benjamín desvía su mirada en aburrimiento. Se va e ingresa a uno de los autos sin decir absolutamente nada. Suspiro un poco agobiada, dolida.

—La señorita Morest quiere quedarse aquí —su mirada esta apagada, ha vuelto a colocar una coraza a su alrededor—. Cuídese mucho.

Se va sin decir nada más. Jeddy tiene sus cejas hundidas en un gesto de tristeza. Besa mi mejilla y lo sigue.

—La complacencia que me dio volver a verla no se compara a ninguna sensación de victoria que haya tenido antes.

Klaus hace una reverencia, se gira para irse. Veo el arma en sus manos detrás de su espalda, la mueve ofreciéndomela, la tomo.

Brillante y pesada. Lleva el símbolo real y una K fundida en uno de sus costados. Entra a la limusina dejándome lo que escuché decir a los demás, es su posesión más preciada.

El sonido de los motores rugen, la caravana de autos sale de mi calle en dirección a la salida de Dhalia. Los ojos se me llenan de agua pero las retengo.

Yo soy fuerte.

Nadie es lo suficientemente fuerte cuando se trata del lazo de mates.

Eso lo veremos Itzae, eso lo veremos.

Amando Al Rey © [ L. I. 2 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora