Capítulo 7: Una voluntad de acero

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Déjame quedarme contigo sin importar que tan altos o bajos sean los muros de tu castillo.

Montserrat.

💚

Benjamín rodea la mesa causando que Marcos y yo nos enderecemos. Esta esperando una respuesta aunque ya sabe la verdad. Lo puedo leer en sus ojos.

—¿Marcos?

Nada. El silencio perdura hasta que Bianca la suelta sin mucha sutileza, cortando su carne sin regalarnos una sola mirada.

—Es su mate.

Marcos gruñe en su dirección, pero yo me pierdo en la reacción de los dos chicos. Benjamín da un paso más al frente, Jeddy se levanta de su silla y nos inspecciona.

—¿Qué?

—Sí, Ben —acepta sin salida—. La señorita Morest es mi compañera.

El jadeo del moreno acompaña el sonido de los cubiertos en las manos de Bianca.

—Espera… —sus ojos relampaguean— ¿Me estas diciendo que la chica que todos buscaban en Dhalia era nada más y nada menos que la reina?

—Ben…

—¿Qué la chica a la que enfrenté para que no te tocara era mi reina? Hijo de puta.

—¿Klaus lo sabe? —pregunta Jeddy en un susurro.

—Sí.

Lleva sus manos al aire como si ya previese la respuesta. No obstante llega frente a mí tomándome por sorpresa. Pide mi mano llevando una de las suyas a su corazón. Se la doy sin mucha espera.

—Majestad —empieza, toda diversión a desaparecido—. Soy Jeddy Blaz, jefe de la guarda real. Y le puedo aseverar que mi vida y la de mis guardias están a su total disposición.

Evito gemir cuando se coloca de rodillas. Agacha su cabeza en total sumisión, colocando su vida a mis pies. Haciéndome su superior.

 —Ella no es tu reina —me fijo de inmediato en Bianca cuando se levanta de su silla furiosa— ¡Levántate!

—Cállate.

Su voz ha sido un susurro letal. Siento la sensación asfixiante que me produce su mirada, sin embargo, no me encojo.

Marcos se mantiene a mi lado, con sus brazos detrás de su espalda pendiente a todo lo que hacen sus amigos.

Por lo menos, creo que lo son.

—Yo llevaré su espada, sepultaré sus muertos. Sus enemigos serán mis enemigos —los vellos se me erizan ante el sonido sigiloso, es como si estuviera recitando una promesa que perdurará por años—. Le daré lo que quiera, lo que desee pedirme. Soy Benjamín Foster y seré su justiciero, Milady.

Llega al lado de Jeddy, no me quita su mirada profunda hasta que sus rodillas tocan el suelo. Mis manos pican, los ojos me arden. Estoy conmocionada y conmovida. Mis iris no paran de moverse entre ambos.

—Por favor… —mascullo casi sin voz—. De pie… levántense.

Déjalos, somos dignas de su devoción.

Me obedecen después de unos segundos. El moreno deja un beso en mi dorso antes de soltarme.

—He escuchado desde que iba a la escuela, que la familia real tiene esmeraldas dentro de sus ojos —recita alegre—. Me estoy muriendo por saber el nombre de las perlas preciosas que brillan entre los suyos.

Amando Al Rey © [ L. I. 2 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora