Capítulo 20: Chica altanera.

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La flecha sale disparada sentenciando el nuevo paso que había dado. La esquivo con facilidad, aniquilando al pequeño con el fuego ardiente que ahora tengo por ojos.

—Basta —mi voz sale irregular, evidencia de que Itzae esta más que enojada—. No más juegos.

Las dos llamas se encienden, mi piel no se eriza por el miedo de ser consumida, es más, las olas de placer que corren por cada poro son adictivas.

Lanzo la primera en dirección a ellos, la furia vuelve la llama más peligrosa. El vampiro toma al niño y se alejan varios kilómetros de mi presencia, la chica tropieza porque las quemaduras ya existentes en su piel le impiden usar su don sobrenatural.

Sonrío satisfecha.

—Si no eres devota a tu reina —siseo—. Está bien, pero de ahora en adelante, cada vez que duermas, apareceré en tus sueños y los convertiré en pesadillas. Me volveré tu santa porque me rezarás cada noche para que te deje en paz.

Extiendo mis manos y las llamas salen disparadas como chorros de lava ardiente. Ella desgarra su garganta en un grito desesperado, y es música para mis oídos.

El rojo centellea y cubre sus piernas.

Otra flecha viene en mi dirección, se entierra justo en mi estómago pero la candela la hace cenizas y salgo ilesa de cualquier herida.

Le regalo una mirada de advertencia al pequeño. Saca otra flecha del carcaj y la acomoda en el arco.

Un nuevo bullicio me hace detener mi ataque e ignorar al vampirito, la chica gimoteo aliviada.

Mis ojos corren a la colina, donde uno de los vampiros está cortando el brazo de mi rey como si fuera carne de res.

Marcos no les da una sola mueca, intenta liberarse sin delatar el dolor que de seguro, le está causando la fricción del cuchillo en su hermosa piel.

La furia se enciende y me elevo en los aires, los árboles más cerca terminan siendo solo hollín al pasar por su lado. Siento la corona de Egipto sobre mi cabeza. Los cuatro vampiros que han doblegado al pelirrojo me miran con ojos más que abiertos.

¿Se atrevieron a tocar su piel dorada? Ahora los haré arder en el infierno.

Lanzan a Marcos al suelo sin una pizca de delicadeza y salen corriendo.

Me preparo para enviarles mi dragón aunque el bosque quede siendo solo cenizas, pero un hacha voladora arranca en medio de un parpadeo, dos cabeza en un solo corte.

Algo inexplicable se pasea por la naturaleza, los pajaritos dejan de cantar y el cielo se llena de nubarrones grises.

El hacha dobla como si fuera un bumerán, regresando de donde vino. Una mano fuerte la atrapa como si nada. Benjamín mueve su cabeza de un lado a otro tronando los huesos de su cuello.

—¿Divirtiéndose solos? Yo también quiero jugar.

Los dos vampiros aún vivos dan un paso atrás cuando él avanza. Un tono magenta se ha apoderado de sus ojos.

Mi atención vuela rápidamente al chico de mirada jade que se interna al circulo de árboles pocos después.

Pasea su mirada por el lugar, me ve, luego nota a Marcos y todo rasgo de broma se va. No hay nada del moreno chistoso que he visto en el castillo.

Le da una mirada cómplice a Ben y éste asiente.

—Quisiera matarlos de una vez por todas, pero debo seguir el protocolo —empieza dando pasos cortos, los guardias lo siguen—. Soy Benjamín Foster, tercer oficial al mando y justiciero de la realeza Seirana. Ustedes han roto los acuerdos de paz entre dos países, han herido a habitantes seiranos y lo peor de todo, han atentando contra la vida de nuestro rey.

Amando Al Rey © [ L. I. 2 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora