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Mi día libre de esa semana era el miércoles, así que consideré oportuno hacer lo que llevaba tiempo queriendo hacer: turismo por Camden. Sí, llevo toda mi vida viviendo en Londres, pero estuve dos veces y fue de paso. Quería aprovechar el día y ya que tenía algo de dinero, aprovechar y visitar los lugares más emblemáticos de Camdem. No iba a malgastar el dinero, pero me vendría bien pasear.

Me levanté a las nueve de la mañana para poder preparar mi mochila. Me gustaba aprovechar el día y creo que no recuerdo la última vez que estuve todo el día sin hacer nada.

Como era de esperar, Dylan estaba despierto con la libreta abierta en la isla de la cocina. Fui directa hacía allí ya vestida, esta vez llevaba una falda plisada verde oscuro, con leotardos negros, unas Converse blancas y una sudadera negra básica. Me preparé un gran café, cabe destacar que tenía mis truquitos para hacer que quedara un buen café, estilo Starbucks.

―¿Te has hecho un café como si estuvieras ahí? ―Dijo de sopetón Dylan.

Asentí.

―¿Puedes? ―Inquirió mirando el café y mirándome a mí.

Suspiré, pero se lo hice, qué más me daba hacer uno que dos. En cuanto me senté, hice lo de siempre revisar el móvil y mirar que estuviera todo en mi mochila, botella de agua, paraguas, cuaderno, bolígrafo, cartera...

―Es tu día de fiesta.

―Sí, ¿por?

―Estás levantada a las nueve de la mañana, pudiendo descansar, estás mejor vestida que cuando vas al trabajo, sin contar aquel día en el pub y... no tienes la cara de amargada de cada mañana ―dijo con simpleza.

Entonces vimos a Finn entrar a la cocina.

―Seguro debe irse por Camden ―dijo Finn restregándose los ojos, se acababa de levantar.

―¿Por Camden? ―Preguntó Dylan alzando una ceja―. ¿Por qué?

―Según me dijo el primer día en el coche es uno de los sitios que más le gustan de Londres y en los que no ha estado, por así decirlo ―soltó Finn.

Lo acusé con la mirada y este se encogía de hombros, pero será cabrón. Me sentía demasiado expuesta ante eso, parecía una extranjera que iba por primera vez a un sitio. Aunque es cierto que me faltaba mucho Londres por recorrer, no me avergonzaba de ello, pero era... extraño para el resto de la gente.

―Ala, pues ya tenemos planes ―dijo Ethan apareciendo.

Todos le miramos.

―¿Ethan? ―Inquirió Finn―. ¿Qué haces despierto?

―Escuchaba barullo y luego la palabra excursión ―se encogió de hombros.

Negué con la cabeza.

―Puedo ir perfectamente sola, gracias ―dije dejando la taza en el friegaplatos.

―Oh no, de eso nada, llevas viviendo aquí una semana y ni si quiera hemos hecho nada juntos, ¿ves bien eso Lilith? ―Ethan negó con la cabeza―. Yo quería verte en los ensayos, pero tampoco vienes, así que nos vamos de excursión por Camden.

―Dylan es el que mejor se lo conoce ―apuntó Finn sopesando la situación―. Iremos.

Suspiré pasándome las manos por la cara.

―Sois un incordio cuando os ponéis todos de acuerdo ―los apunté con el dedo.

―Sí, nos lo suelen decir ―dijo Ethan entre risas.

Después de media hora en la que estaban todos vestidos, caí en la cuenta de algo: me iban a ver con ellos, iban a asociarme con ellos. Lo que Trixy me dijo podía suceder y ese era mi mayor temor. No quería ser reconocida. No quería nada de todo eso, sin embargo, pesaba más en la balanza estar por Camden y el empezar a vivir.

ARTE EN EL ADNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora