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Me alejé de él y lo miré negando con la cabeza. Esto no estaba bien, por más que quisiera abalanzarme sobre sus brazos, que me tocara canciones todo el día, que hiciéramos cosas juntos y que me besara... en el fondo sabía que no. Esto no era sano.

―¿Hice algo mal? ―Me miraba Dylan.

―Has hecho muchas cosas malas Dylan, y aunque hayas hecho otras buenas... no compensa del todo. Yo no puedo meterme en una relación o lo que sea que intentes tener conmigo, yo no soy buena para ti ―fue lo que dije mientras me levantaba.

―¿Y Ethan sí es lo que necesitas? ―Me cogió del brazo.

―¿No decías que yo no sentía nada por él? ―Alcé una ceja― Pues tenías razón, porque Ethan no me gusta y la persona que hace que sienta algo es un completo imbécil.

―Es un don serlo... ―Suspiró.

―Pues entonces cambia, mejora, porque yo necesito seguir avanzando. Necesito sanar ―lo miré―. ¿Por qué lo dejaste con Erika?

―Es irrelevante ―dijo seriamente.

―Entonces olvídate de mí, Dylan.

―Lilith...

―No ―dije sin mirarlo―. No voy a estar metida en un bucle de sí y no todo el rato. Cuando me cuentes lo que pasó con Erika, hablaremos, o al menos cuando vea que realmente no tenéis nada.

Y entonces volví a entrar, respirando profundamente. No me iban a tratar así, porque no debía dar el cien por cien de mí misma a cualquier persona, porque yo merecía darlo, pero también recibirlo y no iba a recibirlo de él. No ahora, al menos.

Así que tenía que olvidar a Dylan, lo que empezaba a sentir por él debía desaparecer porque iba a dolerme y no podía permitirme más sufrimiento. Porque el amor solo duele y dudaba que el de Dylan hacía mí fuera correspondido.

―Por tu cara, deduzco que hablaste con Dylan ―dijo Finn.

Me lo quedé mirando intrigada.

―Ha ido detrás de ti cuando has salido ―respondió Ethan bebiendo de su champán.

―No importa ―me encogí de hombros―. Nada nuevo.

―Vaya, veo le preguntaste por Erika ―se reía Ethan.

Me encogí de hombros.

―El que algo quiere, algo le cuesta y sí no quiere que no haga el imbécil ―dije secamente.

―No te contó lo de Erika porque entonces sí que le das portazo en la cara ―negaba Ethan―. Fue un completo capullo con ella, bueno, fue mutuo, pero no va a hablarte de ello, olvídalo.

―¿Esperas que te pregunte a ti, Ethan? ―Inquirí.

―Éramos uña y carne y pude vivir todo eso en primera persona casi, pero mi versión no será la misma que la suya, porque yo no estaba en esa relación. Lo que yo te contase sería como lo vi desde fuera ―se encogió de hombros.

―¿Cuándo acaba esta gala? ―Pregunté cansada.

―No hay hora exacta, cada uno se queda lo que quiera, pero normalmente no has de ser ni el primero en irte ni el último ―dijo Frankie.

―¿Por qué? ―Fruncí el ceño.

―Si eres el primero das a entender que esto te importa una mierda y si te vas el último... das la impresión que te quedas por compromiso ―dijo Frankie encogiéndose de hombros.

―Pues yo ya vi tres personas irse ―soltó Oliver.

―Nuestra señal ―dije entusiasmada.

Nos dividimos en dos coches y fuimos a nuestro piso porque según Frankie y Ethan había que montar una fiesta, ¿a santo de qué? No tenía ni idea, no había nada que celebrar, pero según ellos dos, cualquier momento es excusa para beber alcohol.

ARTE EN EL ADNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora