¿Dylan y yo? Lo tuve muy claro. Quería volver a España y me decanté por Sevilla. Pasear por Plaza de España e incluso visitar La Giralda me parecía precioso. Aun no asimilaba el término tapeo, pero me gustaba eso de que pidas una cerveza y te pongan comida, qué le vamos a hacer.
Vivo enamorada de Dylan, y creo que no es un misterio a ojos de nadie, pocos aguantarían compaginar el trabajo y la vida personal con su pareja. Yo agradezco que sea así. Había vuelto a la banda, tras un tiempo pensándolo. No hicieron ningún tipo de gira hasta que se tomó una decisión. Estoy muy agradecida con todo lo que han esperado por mí, hemos sido un gran equipo, a fin de cuentas.
Estábamos paseando en una de aquellas carrozas de caballos por Triana mientras fotografiábamos como buenos turistas (todo lo turista que se puede ser cuando te reconocen en todos lados) hasta que le pidió al chico que frenara los caballos. Estábamos al lado del río Guadalquivir, con el Sol en nuestras cabezas y el calor de Sevilla. A mi favor he de decir, que llevaba una pamela negra en la cabeza y un atuendo fresco.
―Lilith ―me decía Dylan.
Me lo quedé mirando siseándole que haga el favor de sentarse, que la gente empezaba a vernos y a sacar el móvil para fotografiarnos. Yo solo quería un paseíto tranquilo.
Empezó a sonar una canción que yo me sabía de memoria, Twin Flame de Machine Gun Kelly, la llama gemela. Eso éramos.
No sé en qué momento en su pequeña mochila de turista llevaba un altavoz, pero entonces mientras sonaba la canción se sacó una caja de terciopelo del bolsillo del pantalón. Llamen a la ambulancia que los 45º de Sevilla no me matan, pero mi pareja con una cajita sí.
―Hemos pasado por mucho juntos, más de lo que otra gente imaginaría. Sé que estas cosas no te van mucho y te diría que hasta hace unos pocos años yo tampoco me veía en esta circunstancia, pero no quiero alargarlo más, no cuando tengo tan claro que eres mi Twin Flame, Lilith James.
Las lágrimas se deslizaban por mis mejillas conmovida por la situación, no paraba de llorar a la par que escuchaba la canción de fondo. Tampoco me imaginaba que se recorriera medio mundo para venirme a buscar a Noruega, a pesar de que llevaba casi medio año desaparecida por Europa.
―¿Quieres casarte conmigo? ―Dijo arrodillándose frente a mí.
Alargué la mano mientras asentía, me temblaba la mano. Mentira, yo estaba temblando. Era un maldito flan.
―Estoy justo donde quiero estar ―dije acercándolo hacía mí para besarlo.
Porque todas las historias no tienen por qué empezar bien, no tienen por qué tener un ritmo de purpurina y confeti. La vida no es un cuento de princesas, y, sin embargo, yo ahora me siento como una. No pensé nunca que trabajar en un Starbucks iba a hacer que me esté casando con el amor de mi vida, con mi llama gemela. Jamás pensé que irme tanto tiempo a la otra punta del mundo lograría que sentara la cabeza, tuve que irme al confín del mundo para darme cuenta que no podían separarme de Dylan, que me buscaría donde hiciera falta.
Y sí, no ha sido nada fácil. Ni convivir con mi ansiedad, la fama, el mero hecho de todo lo que estaba pasando en mi vida. Doy gracias de que todo se ha ido poniendo en su lugar, para nada han sido pasos gigantescos y ha pasado un tiempo. Dylan ha esperado a que esté preparada para pedirme matrimonio.
La nieve no pudo separarnos, porque nosotros siempre hemos sido puro fuego.
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ARTE EN EL ADN
Teen FictionVincent Van Gogh dijo un día que el sufrimiento es lo que lleva a los artistas a expresarse con mayor energía, un lema que permanecía en la mente de Lilith; para ella el arte era su mundo. El arte debería llevar por definición el nombre de ella. Cor...