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Efectivamente, Finn hizo pedazos el bizcocho y lo tiró a la basura. En cuanto llegué al salón, estaban sentados en el sofá, no podíamos ser una banda si teníamos tantos secretos entre nosotros, faltaba confianza.

―Finn, empieza, me da la sensación que eres el más sencillo en cuanto a problemas ―dije arrastrando una silla de la cocina y sentándome mirándolos a ellos.

―No tengo problemas, si es lo que crees... ―Suspiró― Lo único que puede haber es que de pequeño me fui a vivir con mis tíos porque mis padres no aceptaran que fuera gay... a parte de los problemas que un adolescente homosexual puede tener en el instituto. No hay más ―se encogió de hombros.

Me giré hacía Ethan.

―No entiendo por qué he de hacerlo ―se cruzó de brazos.

―La confianza es la base sólida de cualquier cosa. Si ellos dos han logrado contarme sus cosas, no entiendo por qué tú no.

―¿Dylan? ―Inquirió sorprendido Ethan―. Vamos, lo de sus problemas agresivos y rebeldes.

―Me lo dijo en privado un día, pero al menos, aunque no entrara en detalles fue sincero conmigo.

―Las drogas vinieron por juntarme con gente que no debía, conozco a Dylan desde el instituto, de hecho, fuimos juntos ―dijo Ethan mirándolo.

Dylan asintió apoyándose en el respaldo del sofá.

―Ninguno de los dos éramos lo mejorcito del instituto, yo era como él, pero un poco menos... agresivo. Juntarnos con gente similar o peor al salir del instituto no ayudaba ―suspiró―. Lo peor fue cuando yo iba a pedirle salir a una chica, pero esta chica acabó saliendo con él ―dijo con un tono de voz enfadado―. Era el último año de instituto, así que me distancié de él, intenté no meterme de nuevo en las drogas, hice mi carrera y tiempo después nos reencontramos.

La mirada de Ethan daba a entender que le guardaba cierto rencor a Dylan... era totalmente normal, que te rompan el corazón duele.

―A los dos nos gustaba la música y decidimos formar una banda, encontramos a Finn y bla bla bla. El mundo artístico te hace conocer todo tipo de gente, volví a caer en la tentación ―se encogió de hombros.

―Sin embargo, lo dejaste y volviste. Si lo dejaste durante la carrera, volviste cuando hicisteis la banda y ahora has vuelto peor que antes. ¿Por qué? ―Inquirí un poco confusa.

―No creo que deba decir esto, no acabará bien ―aseguró Ethan.

―Confianza, los problemas se resuelven así, ¿no? ―Dije yo.

―Conocí a una chica, pensé que, si dejaba todo ese mundo, si realmente dejaba el mundo de los porros pues bueno puede ser menos agresivo... ―Desviaba la mirada―. Dylan siempre tuvo a quien quiso, cuando quiso, incluso en el instituto cuando me traicionó sabiendo que me gustaba aquella chica. Pensé esta vez sería diferente.

―¿Volvió a hacer lo mismo? ―Inquirí.

―Aquel día me sentí esperanzado de nuevo, siempre dices que eres la segunda opción Lilith, pues yo me sentí igual.

―¿Qué quieres decir?

―Que fui yo quien encontró el cuaderno de una chica que dibujaba, iba a dárselo yo, pero no me dio tiempo a decirle la chica que lo había encontrado. Cuando me dijo Dylan que había hablado con esa chica me sentí muy impotente de nuevo, precisamente porque le había dicho que esa chica me llamaba la atención ―dijo conteniendo su enfado―. Entonces pensé, ¿qué más daba volver a lo de antes?, nadie iba a preferirme a mí. Era el amigo gracioso, con el que todos se lo pasaban bien, pero al que nadie le daba una mísera oportunidad.

ARTE EN EL ADNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora