PRIMER FINAL

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DYLAN

Lo cierto fue que, tras un tiempo desaparecida, tras haberse compadecido de sí misma... estaba ahí. Quizá es lo que necesitaba, huir de todo y estar en plena soledad. Donde no podría huir de sí misma. No puedo negar que dolió mucho el mero hecho de que no contara con nosotros para poder ayudarla, pero la gente actúa según como se haya criado y Lilith, por suerte o por desgracia, esto sentía que debía lidiarlo sola.

Había pasado un tiempo, no mucho pero casi medio año desde que Lilith cogió la maleta y se largó. He de admitir que me frustré y no encontraba una explicación lógica para que llegara a tomar esta decisión. La parte irracional quería mandarlo todo a la mierda, pero, por suerte o por desgracia, yo no era la misma persona que entró en aquel Starbucks y vio a una pelirroja con una gran sonrisa.

Me bloqueó en WhatsApp, hacia poco que ya podía visualizar su foto de perfil, pero no me atrevía a hablarle. No logré ubicarla hasta hará una semana que a Frankie se le escapó en una de nuestras reuniones semanales en casa.

Era un lugar pequeño, pero Lilith brillaba, su color era llamativo y ella... joder, la reconocería hasta en un bosque plagado de hadas relucientes. ¿Cómo no iba a saber quién era?

Y la encontré, claro que sí porque el amor es fuerte.

La vi a lo lejos, junto a una chica. Llevaba el pelo más corto, de estar por la cintura a estar por debajo de los pechos. Cubierta de copos de nieve, abrigada hasta arriba y sonriente.

―¡Lilith! ―Exclamé.

Esta se giró absorta, como si lo que tuviera frente a sus narices no fuera real. Creo que me quedé un poco parado. Hacia mucho que no la veía y ahora, joder, era de carne y hueso. Estaba hí.

―¿Cómo me has encontrado? ―Decía buscando mis ojos.

―A Frankie se le escapó algo de Oslo... luego no tuvo más remedio que cantar. No dio muchos detalles, llevo una semana aquí pero no me atrevía a buscarte. Paseando por la zona, tan solo te vi.

―¿Por qué? ―Fue lo único que dijo.

―Porque no me he rendido, no te echo la culpa de nada y me hubiera gustado que me contaras como te sentías, podríamos haber buscado una solución. Juntos.

―No quería que paraseis nada por mí Dylan, estáis en lo más alto, ¿o crees que no tengo redes sociales?

―¿De qué me sirve la fama y brillar si no te tengo a mi lado? ―Negué con la cabeza.

―¿Y qué hago Dylan? ―Se secaba las lágrimas―. Estoy mejor pero no sé si puedo volver al mundo de la fama.

―No haremos conciertos hasta dentro de un año o dos Lilith.

―¿Qué sugieres?

―¿Te ata algo aquí?

Ella negó con la cabeza.

―Pues vuelve a Londres Lilith, vuelve a mi lado.

No paraba de llorar y teníamos el pelo blanquecino de la nieve.

―Te quiero joder, te quiero más que a nada en este mundo y llevo casi medio año pensado en dónde podías estar para verte. Sentir tu aroma, tu tacto, escuchar tu voz. Finn me dejó un libro de Edgar Allan Poe que decía "no soporto la idea de que el universo tenga que destruirse cada vez que te marches".

Ella no despegaba los ojos de los míos, escuchándome con atención y sosteniendo mis manos. Aferrada a mí. Como un ancla.

―No quiero dinero y fama si no puedo compartir todo eso a tu lado, no te pido que vuelvas a la banda, porque sería egoísta. Solo quiero que regreses a mi vida, a la de todos nosotros, que estés ahí y si quieres cantar lo haces y si quieres vivir pintando también. Eres dueña de tu vida, no dejes que la ansiedad decida por ti, porque te ha arrastrado a la otra punta del mundo, donde te dedicas a quitar nieve.

―No quiero quitar nieve ―negaba con la cabeza.

―¿Y qué quieres?

―Yo siempre te he querido a ti, pero no podía quedarme y hacerte daño. Y sé que no estuvo bien, joder, ha pasado casi medio año Dylan y te sigo viendo de la misma forma que al principio.

―Entonces vuelve, te prometo que, si me haces daño lo arreglaremos, pero juntos. Siempre hemos sido un equipo, pequeña zanahoria.

―Ha pasado casi medio año... ―Negó con la cabeza.

―¿Y eso qué importa?

―¿Sigues queriéndome? ―Insistió.

―Como el primer día.

―¿Seguro? ―Le brillaban los ojos, iba a llorar.

―¿Y tú? ―Pregunté yo.

―Encontré mi lugar en el color de tus ojos Dylan.

―Es el color más común en gente rubia, ¿no? ―Dijo con media sonrisa, aquella broma pasaría a la historia.

―Tú nunca serás común ―decía con media sonrisa.

ARTE EN EL ADNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora