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Aquella noche me volví a ver arrastrada para ir de fiesta con mis amigos y Frankie. Di a entender que la banda había salido porque no quedaba ninguno en la casa y mi hermana había bajado para volverme a vestir. Yo era la muñeca de todo el mundo por lo visto.

―Tienes que estar despampanante ―decía Frankie mientras esperaba sentada en la cama.

―Adivino tu siguiente comentario, estarán ellos.

―Me has leído la mente ―reía.

―No le veo la gracia.

―¿Qué le gustes a dos personas que están cañón, famosos dentro de nada y que se matan por ti? Tía, ya quisieran muchas estar en tu lugar.

Le había explicado a Frankie lo sucedido mientras me enfundaba aquellas medias que tenían grabadas una serpiente que rodeaba toda mi pierna. Las combiné con una falda ceñida de cuero que tenía una pequeña abertura a cada lado con una cuerda acabada en lazo; un top de manga larga blanco y la chaqueta junto con las Dr.Martens.

―Vamos a resaltar esos ojos ―decía ella haciéndome el eyeliner.

―De verdad, voy a acabar odiando las fiestas ―murmuré.

―Pues me ha comentado Trixy que te morreaste con Mery ―silbaba―. No es por nada, pero tanto no odias las fiestas.

―Seguramente vayas a verla.

―Pues hablaremos las cosas si quiere.

―Eso mismo, si quiere.

―Contigo las habló o bueno, lo que pudisteis ―se burló.

―Oye, que fue solo un beso.

―Tienes a todos y a todas comiendo de tu mano.

―Frankie...

―Vale, ya paro, pero en serio, deberías aclarar tu mente. Aunque creo que ya la tienes más clara que el agua.

―¡Frankie!

―Ay de verdad, ¿subirás a cantar? ―Inquirió.

―Me encantaría, la verdad.

―Pues venga que la fiesta ya debe haber empezado y ya estarán abajo esperándonos.

Efectivamente estaban aparcados por ahí, nos montamos en la parte de atrás mientras visualicé el camino oscuro a través de la ventanilla. Ya me había imaginado que volveríamos a las carreras ilegales, aunque esperaba esta vez no tener que montarme en un coche a dos cientos por hora ni tener que frenar a nadie de apostar dinero de la banda

―¡Lilith! ―Exclamaba Finn dándome un abrazo, este se había tomado ya un par de copas.

―Veo que te has puesto contento al verme ―me burlé.

―Me he dejado liar ―suspiró con una sonrisa―. Pero voy a dejar que se me bajen un poco las tres cervezas.

Ethan me miraba con atención, llevaba un vaso transparente con algún alcohol que seguramente yo no tenía ni idea de cual era. Dylan también me miraba a la par que miraba de reojo al que es su mejor amigo y me sentí algo cohibida ante tal circunstancia.

―¿Me pasas una cerveza? ―Le pregunté a Finn.

―Faltaría más ―respondió este yendo al maletero del coche.

Frankie ya tenía en sus manos un vaso de alcohol al igual que mis amigos, Finn me pasó la cerveza de la cual bebí un largo trago. Yo iba a necesitar más de las que bebió él a este paso.

―No es por nada, pero esos dos te están mirando ―decía una voz que reconocí, Mery.

―Mery ―saludé.

ARTE EN EL ADNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora