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Nos montamos en los coches y fuimos a casa del tal Jack. Cuando llegamos nos condujo hasta un sótano que estaba perfectamente montado y equipado. Televisión, altavoces...

―Bienvenidas al salón secreto de Jack ―dijo él abriendo los brazos, todo orgulloso.

Tracy y yo pusimos los ojos en blanco y me senté en el sillón individual. Creo que ambas pensábamos lo mismo.

―Oye... ―Decía Candy―. ¿Sabes tocar la guitarra no, Lilith? ―dijo en un tono despectivo.

Reconocería la voz de Candy en cualquier lugar, esa voz de pija revenida, que seguramente no se soportara ni a ella misma y quería que el resto lo hiciéramos.

Asentí con la cabeza.

―Pues canta algo ―propuso Candy señalando la guitarra.

―Eso, eso, queremos ver una canción en solitario ―decía Jack animado o animando al resto, no sabría decirlo.

―No entiendo para qué ―contesté yo.

―Porque todos dicen que eres la mejor del grupo a pesar de que ni lo fundaste tú ―dijo Erika.

Vi que había un teclado y lo puse encima de la mesa del centro del sofá, así que me senté detrás de él en el suelo y lo puse en marcha. Pedían guitarra, pero, ¿por qué iba a hacerles caso?

―La canción no es mía pero no se me venía ninguna a la cabeza ahora mismo ―dije yo.

―Pensé que ibas a usar la guitarra ―decía Erika extrañada.

―Es que no solo sé tocar la guitarra ―dije sonriéndole.

Empecé a tocar All I Want de Olivia Rodrigo.

Era una canción preciosa, tenía una melodía lenta pero que luego era rompedora. Con una letra profunda y nada más verdadero que lo que estaba cantando.

Eran pocos los de esta sala que sabían mi situación amorosa, la banda y Frankie. Tenía los ojos de Dylan clavados en mí, como el resto de gente, pero especialmente él. Tratando de escuchar muy bien la letra.

Las malas caras de Erika y Candy también fueron un impulso a seguir tocando ese teclado. Callar bocas siempre ha sido mi don, podía verlo en el rostro de varia gente aquí.

Acabé de tocar y dejé el teclado justo donde lo encontré. Todos aplaudieron excepto Erika y Candy que estaban de brazos cruzados.

―Ha sido maravilloso ―aplaudía Tracy―. Adoro la voz que tienes, de verdad que tienes mucho arte.

Le dediqué una sonrisa a Tracy y volví a sentarme.

―Pues era cierto que es buena ―decía Garret.

―Tuvimos buen gusto eligiendo ―dijo Ethan encendiéndose un porro.

Se fue pasando el porro por los otros tres chicos, supuse que esa era la compaña de la que hablaban el famoso día de la sinceridad, incluso Erika y Candy estaban fumando.

―¿No queréis? ―Sugirió Garret mirándome, Frankie ya se había negado y Tracy no iba a fumar de eso.

―No fumo nada ―dije secamente.

―Bueno, un día es un día, ¿no? ―Decía Erika con aquella sonrisa que quisiera arrancarle.

―¿Puedes aceptar el hecho de que no quiera fumarme un porro? ―Dije poniendo los ojos en blanco―. No lograréis nada haciendo presión social.

―¿Y cuánto tiempo vas a estar en Liverpool? ―Comentaba Jack, cambiando de tema.

―Todas las navidades.

ARTE EN EL ADNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora