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Después del gran concierto que dimos en Londres todo fue incrementándose a un nivel extremo. Ir a desayunar a una cafetería era una odisea de gente parándose a hacerse fotos con nosotros e incluso con Trixy y Oliver con el motivo de "son los mejores amigos de Lilith".

La convivencia en la caravana la llevábamos bien, con esto quiero decir que apenas discutíamos porque estábamos muy centrados en mejorar las puestas en escena, ver qué podíamos hacer mejor y qué debíamos cambiar. La experiencia de Londres no se me va a olvidar en la vida, no solo por ser el primer concierto con una cantidad de gente abundante sino por la noche con Dylan. Canté esa canción porque me nació de dentro, porque en mi interior sentía que no podía salvar esto de ninguna forma. Autosabotear mi felicidad era un estilo de vida que me costaría cambiar. Se preocupó por mí y me hizo no pensar en nada durante un buen rato, hasta que cayó la noche y con ella mi primera lágrima. Me dolía en el alma porque en el fondo, aunque no lo verbalizara, sabía que yo no estaba bien.

No solo nos paraban para autógrafos o hacerse fotos, muchos de ellos nos traían regalos que metíamos en una caja para mayor capacidad de espacio en la caravana. Pulseras, dibujos, golosinas, chocolate, accesorios que les recordaban a nosotros, libretas firmadas... era como vivir un sueño, literalmente.

La siguiente parada fue Birmingham donde pudimos pararnos a visitar sitios preciosos como el Palacio de Birmingham, vimos por fuera Aston Hall que es una mansión antigua, el Jardín Botánico y por último nos dio tiempo a ver los Backs to Backs que son casas antiguas levantadas del siglo XIX. Cabía recalcar que ya nos pedían muchísimas fotos y Ethan se las dio de muy famoso con una gorra y unas gafas de Sol. No había Sol.

Yo que no había estado en estos sitios, me sorprendía a la mínima y me ilusionaba fácilmente. Llegamos a Sheffield y nos dio tiempo a ver por fuera el Weston Park Museum que la verdad era precioso, visitamos el pasado industrial yendo a Kelham Island y por último el Jardín de Invierno. Tenía que admitir que vivía en un país con sitios increíbles. Ethan seguía con su mood de gafas de sol y gorra. Seguíamos sin Sol.

El concierto de Manchester fue totalmente brutal, todavía más multitudinario que el de Londres y eso nos desconcertó muchísimo. Era agotador porque no parábamos entre ensayos, concierto y ver algo de la ciudad, aunque fuera un mínimo. No podíamos no ir a ver John Rylands Library que parecía sacada de Harry Potter por lo que yo estaba en una nube. Visitamos el barrio alternativo de la ciudad, Northen Quarter y nos pareció precioso al punto de que Mery nos sacó varias fotos con la cámara. No nos dio tiempo a visitar mucho más de esa ciudad, pero yo tenía ganas de volver, se me antojaba visitar más sitios y Dylan ver distintos campos de fútbol. En Manchester nos reconocían tanto, que Dylan se sumó a la gorra y las gafas de sol. Repito, seguía sin hacer Sol.

La caravana estaba ya en Glasgow, un concierto memorable (como el resto), aunque más se nos quedará en la cabeza grabado el momento en el que visitamos Necrópolis que es un cementerio victoriano en una colina.

―¡¿Por qué tenemos que venir aquí?! ―Decía Ethan―. Qué mal rollo, de verdad sois muy góticos algunos.

―Porque es curioso ―inquirí mirando el sitio―. Mira qué trabajado está todo.

―Mira, como comente algo de eso me llevan preso, Lilith ―me miraba Ethan con media sonrisa.

Luego hicimos la ruta de los murales o mejor dicho Center Mural Trail, te viene un mapa para que los veas todos y hay unos veintidós grafitis. Cada uno era distinto al otro y destacaba por sí solo. Dylan y Ethan habían cambiado sus gorras por otras, seguían llevando gafas de Sol. A pesar de que, efectivamente, no hacía So.

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