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Cuando entramos en el edificio pude comprobar que se trataba de un bloqueo de pisos. Uno enorme si me paraba a analizar.

―Cuánto tiempo Dylan ―dijo el Sr.Colleen―. ¿Esta es la chica?

Dylan asintió y se dieron la mano, lo mismo hizo conmigo.

―Un placer conocerte...

―Lilith ―me limité a contestarle.

― Dylan, si te parece bien, siéntate en la sala de espera. Ya sabes donde es ―le dijo el Sr.Colleen.

―¿Puedes guardarme el bolso? ―Me dirigí a Dylan.

Este asintió y lo cogió mientras me miraba entrar en la consulta.

La consulta era toda blanca, pero tenía cuadros bastante coloridos, supongo que para darle un toque menos sobrio al sitio y hacer sentir a la persona algo más confortable. No como en los hospitales que todo son tonos blancos y verde menta y dan demasiada grima.

―Ya nos hemos presentado, pero puedes llamarme Daniel.

Asentí.

―Bueno, lo único que sé, es el suceso que ocurrió hoy en casa. Podemos empezar explicándome tu relación con tu hermana y de ahí iremos sacando las cosas.

Suspiré y empecé a juguetear con los dedos, pero asentí. Empecé a relatarle todo, desde que nació mi hermana, hasta el día de hoy, contándole con detalles aquellas partes que requerían ser contadas, incluido el suceso con Alan. Creo que tenía pocos reparos o tabú ninguno en relatar mi vida.

―No has parado de decir "segunda opción" ―sopesó Daniel―. ¿Qué quieres decir con ello?

―No sé cómo explicarlo, a lo largo de mi vida lo único que he escuchado era "Frankie es más guapa", "Frankie es mejor", "Frankie se comporta", "a Frankie la quieren todos", "Frankie esto", "Frankie lo otro"... De una forma u otra, te están diciendo que lo que eres tú es una mierda, que tus gustos son una mierda y que nunca vas a ser suficiente. Siempre era ella por encima de todo, nunca fui Lilith, hasta que... ―Fue cuando callé.

―Hasta que Dylan cantó contigo ―acabó Daniel por mí.

―Iba a decir hasta que los conocí...

Mentira Lilith, hazte creer que sí.

―Lilith, cuando Dylan se unió a ti, sentiste que por primera vez alguien te había elegido, que ya no eras una segunda opción o un segundo plato, eras tú ―dijo mirándome―. Quieras admitirlo o no, te da miedo pensar que eso puede desvanecerse entre tus manos, que ya no te elija. Por eso te enfadaste tanto cuando trajo a esa chica.

―No yo... no... ―Empecé a ponerme nerviosa.

Quería irme de la consulta, siempre he ido a mi rollo y no quería saber la verdad del asunto. Quería esconderme y hacerme un ovillo.

―Tendremos más visitas Lilith, no te preocupes por esto, hay muchos tremas de los que tratar, no solo la baja autoestima que arrastras desde bien pequeña, el tema de Alan también ha hecho estragos en ti, la imposición de tus padres, tu hermana y el que te vieras obligada a ser adulta antes de tiempo ―volvió a mirarme.

―¿Y lo de la ansiedad...?

―Es pronto para hacerte un diagnóstico, pero sí, es muy probable que de vez en cuando te suceda. Es algo que te puede acompañar toda la vida pero que habrá etapas en las que tengas más o tengas menos, ya lo has visto... sin embargo, ahora que has decidido venir aquí, es probable que te vengan más de la cuenta porque abrirse duele. Verse a uno mismo duele.

ARTE EN EL ADNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora