Estaba en mi cuarto releyendo aquel cuaderno que me habían dado con todo lo relacionado con la música de la banda. Debía admitir que eran muy buenas, no solo porque era el estilo musical que me gustaba sino porque las melodías eran pegadizas y las letras muy profundas. Tenía entendido que era Dylan quien escribía las letras, con la ayuda del resto pero que principalmente las ideas salían de él.
No sé lo que debió pasar con alguna chica o qué le ha pasado en general, pero eran letras muy profundas y a la vez muy bonitas. No se sabía mucho de la vida personal de estos chicos, lo único que alguien podía saber generalmente era: Finn un chico tímido que era homosexual (el motivo del por qué esto ha de ser dicho mejor ni lo comento porque me enerva la homofobia camuflada), Ethan el alma de las fiestas y el que armaba el descontrol y Dylan, el chico que tenía a todas a su alcance y visto siempre con chicas distintas.
Estaban formando un disco, del cual la persona encargada de hacer la portada de cada canción y del disco en sí iba a ser yo, creo que cuando estudié Bellas Artes jamás imaginé el hecho de estar en una banda de música y para colmo dibujar las portadas de este.
Había puesto el móvil en silencio porque solo me llegaban llamadas de mis padres y de mi hermana, a parte de los mensajes, así que los bloqueé de WhatsApp y dediqué mi tiempo a estudiarme las letras y las partituras. Llevaba un par de horas ahí, era bastante tranquilizante, el resto de la banda estaba por el salón viendo o haciendo sus cosas. Decidieron dejarme espacio para adaptarme, hasta que llamaron al timbre.
―¿Dónde está? ―Chillaba una mujer.
Esa voz la reconocí al instante. Mi madre. Dejé la guitarra tirada por la cama junto con la libreta de las canciones y partituras para salir en pijama escopetada hacía la entrada.
―¿Mamá? ―Pregunté atónita.
Llevaba un año y algo sin verla, bueno sin verlos, puesto que ahí estaba mi padre y mi hermana. Esta última con la cabeza gacha y la mirada en un punto fijo, como si fuera arrastrada hasta aquí. Cómo había crecido...
―¿Pensabas esconderte toda la vida? ―Decía mi madre―. Te recuerdo que tenemos contactos y gracias a Dios, ha sido muy fácil saber dónde vivía la banda esta ―dijo con desdén.
Dylan iba a interponerse, pero le puse la mano en alto para que se apartara, así como hicieron Ethan y Finn.
―¿Quieres hablar, mamá? ―Dije enfadada―. Entráis y hablamos, pero bajo mis términos y condiciones, al fin y al cabo, estáis en mi casa, invadiendo mi privacidad y la de mis compañeros de piso.
Había sonado demasiado cariñoso para unas personas que conocía hace como unas pocas semanas, pero tenía que ponerme dura con ella porque de lo contrario vería que seguía haciendo el mismo efecto en mí. Vería que me seguía sintiendo la segunda opción. Lo gracioso de la situación es que, por primera vez en muchos años, me habían elegido a mí, pero, no hacía que me sintiera mejor.
―No eres nadie para poner condiciones ni historias ―replicó mi madre que miraba de reojo a mi hermana dándole un codazo, haciendo que esta me levantara la cabeza.
Negué con la cabeza.
―Habéis venido vosotros aquí, así que sí, tengo derecho a poner mis condiciones y términos y si no soy yo, serán ellos ―los señalé―. Yo pago mi parte de alquiler aquí pero principalmente este piso es de ellos, elige.
―Ellen, acepta y ya, acabaremos antes... ―Decía mi padre.
Teníamos cocina abierta con el salón, así que los chicos se sentaron en la isla en dirección a nosotros. Ellos no iban a irse y yo tampoco quería que lo hicieran y no por miedo... sino porque éramos un grupo lo quisiera o no.
ESTÁS LEYENDO
ARTE EN EL ADN
Teen FictionVincent Van Gogh dijo un día que el sufrimiento es lo que lleva a los artistas a expresarse con mayor energía, un lema que permanecía en la mente de Lilith; para ella el arte era su mundo. El arte debería llevar por definición el nombre de ella. Cor...