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Al día siguiente, en todos los canales de televisión salía la noticia de ayer por la noche. Se me removía el estómago volver a revivir mentalmente lo sucedido.

Decidí ponerme ropa de deporte y salir a correr un rato, no se me daba muy bien el ejercicio y no nos llevábamos muy bien, pero decían que servía para calmar el estrés y la ansiedad. Aunque luego acabara trotando o andando, mejor dicho.

En cuanto abrí la puerta y crucé una esquina, empezaron a rodearme un montón de gente con micrófonos en la mano y cámaras por todos lados. Me giré para irme, pero allá donde mirase alguien estaba ahí plantado esperando a que yo abriera mi boca.

"Lilith, cuéntanos cómo sucedió", "¿has vuelto a saber algo de Alan?, "¿cómo afectará esto a la reputación de tu familia", y millones de preguntas. Se querían hacerse escuchar unos encima de otros y se hizo un ruido bastante fuerte, gente asomándose por las ventanas, parada en las aceras...

Se me ocurrió la idea de mandarle un mensaje a Dylan que decía: sal de casa y gira a la derecha, urgente.

Tardó un minuto en estar ahí.

―Abran paso ―chillaba Dylan.

Dylan me cogió del brazo y me sacó del círculo de gente que me rodeaba, solo que ahora los teníamos delante.

―Solo unas preguntas ―decía uno de los periodistas.

―No está obligada a darlas ―replicó Dylan―. Somos personajes públicos, no marionetas.

Seguían lanzando preguntas, hasta que escuché una.

―Lilith, Lilith, dicen que el tiempo lo cura todo, ¿cómo lo ves?, ¿crees que curará todo el dolor que te ha hecho pasar? ―Inquirió un periodista con un micrófono en la mano.

Todos se quedaron en sumo silencio.

―El tiempo no cura este dolor, solo aprendes a vivir con él ―dije mirando a los periodistas―. Así que pido por favor que tengáis más respeto hacia mi persona, estoy segura que muchas de las periodistas aquí presentes han sufrido un mínimo de dolor. Vosotros tenéis madres, hermanas, hijas incluso, así que es lo único que voy a decir: el tiempo no va a curarlo, solo aprendes a seguir adelante. Entiendo que es vuestro trabajo, pero este es mi dolor, quiero poder lidiar con el yo sola y a mi manera. Si quiero dar entrevistas, o responder las preguntas a los periodistas, las daré cuando considere oportuno hablar, sin que esto tenga consecuencias graves para mi salud mental. Hasta entonces, muchos ánimos a aquellas chicas que hoy en día libran una batalla y un abrazo a las que no les han dejado hacerlo.

Me cogí del brazo de Dylan abriéndome paso entre la gente y entrando rápidamente en su casa.

―¿Estás bien? ―Inquirió Dylan una vez entramos.

―Ha sido extraño, pero sí ―suspiré―. No sé si he respondido correctamente o si debí callarme, no lo sé.

―Creo que dijiste lo que de verdad sentías, da igual lo que opine la gente Lilith ―habló Dylan.

―Os acabo de ver en la televisión ―apareció Meredith.

Meredith se acercó a mí y fue a abrazarme fuertemente.

―Has estado acertada Lilith, no te martirices cielo ―dijo acariciándome la mejilla.

Sentía una oleada de cariño por su parte, Nelson estaba fuera con Tracy, así que Frankie apareció en el salón.

Los días ahí transcurrieron de una forma extraña y había puesto en la lista negra del móvil los contactos de mis padres para no recibir llamadas de ellos (ya había recibido un par). Habíamos quedado con Ethan más de una vez, todos nos encargábamos de vigilarlo para que no se metiera nada ni le diera por ser repostero. No lograba dejar los porros de golpe así que le dijimos que redujera la dosis, como si fuera medicación y al menos fumaba menos que antes.

ARTE EN EL ADNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora