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―Deberíamos irnos ―propuso Finn con toda su buena intención.

―La fiesta acaba de empezar ―decía Ethan haciendo un puchero, será verdad...

―No, termina ―dictaminó Finn―. He traído a Lilith para ver si se os acababa la gilipollez de hacer esto, si la tenemos en la banda es por lo buena que es y porque necesitamos el dinero.

―Realmente aposté yo el dinero ―dijo Ethan―. Dylan solo me siguió el rollo.

―¿Sabéis qué? ―Puse las manos en alto―. Haced lo que os dé la gana, creo que ya he hecho suficiente.

Me abrí pasó entre ellos buscando un sitio donde coger alguna cerveza, la abrí y me dirigí a un sitio iluminado. Las luces de colores cegaban a cualquiera, me senté en el suelo apoyada en un coche. No podía más, ¿así iba a ser todo? Sabía que Dylan tenía sus cosas, que Ethan era alocado pero que tuviera que meterme en medio para que ninguno condujera en esas condiciones me parecía extremo.

―Las viejas costumbres ―decía Mery tendiéndome la mano para levantarme.

―¿Lo dices por el hecho de alejarme de la fiesta? ―Bufé.

―Bueno y por tener que venir de nuevo.

―No te lo he pedido, Mery.

―Mira siento como te he tratado antes.

La miré alzando una ceja.

―Y por los años anteriores ―suspiró.

―No te lo tenía en cuenta, solo quería escucharlo ―me encogí de hombros, bebiendo la cerveza,

―Qué simpática ―ironizó.

―Es lo que tiene juntarse con semejantes personajes.

―Dylan es buena persona.

―¿Sales con él?

―Que va, Dylan es una persona que va con muchas personas, pero no se queda con ninguna, ¿me explico?

―Perfectamente.

―¿Te gusta? ―Me miró.

―No ―dije rotundamente.

―Pues no lo parece por la forma en la que te preocupas, Lilith.

―Somos una banda, un equipo ―expliqué.

No quise dar detalles, del día que fuimos a Camdem, de las botas o incluso del dibujo. No era necesario.

―Vale, créete eso. ¿En qué piensas ahora?

―En mil cosas y en nada a la vez.

―¿Quieres olvidar? ―Inquirió girándose a mirarme.

―No voy a drogarme, que después de ver a Ethan con esos ojos más rojos que la sangre prefiero mantenerme al margen del panorama. Ya es la segunda cerveza que bebo y no tengo intención de seguir.

―A veces tan lista y otras tan inocente ―suspiró.

―Mery ―le advertí, intuí por dónde iban los tiros.

―Tú misma me has impulsado a ser yo misma, ¿ahora te echas atrás? No seas así, Lilith.

―No quiero ser objeto de nadie, parece que acudas a mí porque necesitas sentirte mejor porque no te muestras tal y como eres.

―¿En serio crees que es por eso?

―Es lo que parece, me hablas mal pero luego me pides perdón y cuando te perdono vuelves a las andadas. Hay gente, el grupo a lo lejos nos lanzan miradas de vez en cuando. ¿Por qué yo?

ARTE EN EL ADNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora