𝐼𝑋

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HELENA

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HELENA

Íbamos caminando por el estacionamiento subterráneo, mientras llevábamos las bolsas de la despensa. Scott llevaba la mayoría, de algo tenía que servir esa fuerza sobrenatural. Mamá estaba trabajando, así que nosotros tuvimos que hacer las compras.

-Ay no -se quejó Scott.

-¿Qué?

-El auto no está aquí -echó la cabeza hacia atrás.

¿Cómo que no? Si yo vi que decía piso 3.

Subimos al piso 4 en busca del auto, pero no había señales de él. Le quité las llaves a Scott, apreté el botón de la alarma y escuchamos el sonido del auto en el piso de arriba. Ambos nos miramos con cansancio y comenzamos a caminar.

¿Y si la falta de neuronas es contagiosa? Porque juro que si estaba en el piso 3.

-Rayos -murmuró cuando una de las botellas de leche que llevaba salió rodando bajo una camioneta.

Dimos un paso atrás cuando la botella regresó hacia nosotros, con marcas de garras. Un gruñido se escuchó detrás de la camioneta y volteé a ver a Scott.

-Corre.

Dejamos caer las bolsas y comenzamos a correr hacia el lado opuesto, aunque no lo veíamos, podíamos escuchar el sonido de los pasos de esa cosa que venía tras nosotros. Llegando de nuevo al piso 3 Scott comenzó a saltar sobre los autos para hacer sonar las alarmas, luego me tomó de la mano y nos escondimos detrás de un coche.

Señaló mi pecho tratando de decir que mi corazón estaba acelerado. Ambos tomamos pausas para calmar nuestro ritmo cardíaco, lográndolo con éxito. Igualmente no sirvió de nada porque su celular comenzó a sonar, provocando que fuera tomado por los hombros desde arriba.

Me levanté rápidamente sin dudarlo y tiré del cabello de la persona o cosa para apartarla de Scott. Le di una barrida de pies tirándolo al suelo y le metí un puñetazo en la nariz.

-Oh, por Dios, asesinaste a Derek -dijo Scott, un poco alterado al ver que era él.

NOOO, DEREK.

Estaba con los ojos cerrados y de su nariz salía un poco de sangre. Abrió los ojos de golpe y volteó a verme.

-Lo siento, ¿estás bien? -pregunté, ayudándolo a levantarse.

-Ya sanó -respondió, sin darle importancia.

-¡¿Qué diablos fue eso?! -exclamó mi hermano.

-Dije que te enseñaría, nunca dije cuando.

-¿Cómo? ¿Matándonos de un susto? -reproché-. Creímos que eras el maldito Alfa, imbécil.

-Y eso los motivó a seguir con vida -justificó.

-Bueno ya, al menos fuimos rápidos, ¿no?

-No lo suficiente.

-Al menos admite que lo de las alarmas fue astuto -dijo Scott.

𝐄𝐍𝐂𝐇𝐀𝐍𝐓𝐄𝐃 || 𝐷𝐸𝑅𝐸𝐾 𝐻𝐴𝐿𝐸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora