𝑋𝑉

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HELENA

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HELENA

Con los auriculares en mis oídos y una canción de las Spice Girls, corrí por las calles para llegar a mi destino, aprovechando que aún había algo sol. Me dirigía a un viejo almacén para reunirme con el señor Argent.

Si es que llegaba.

No le mandé una invitación directa como tal, sólo le mandé la dirección pidiéndole que fuera sin decir más, sin mencionar mi nombre o la razón.

Al llegar al almacén me recosté sobre una caja de madera, columpiando mis pies al ritmo de Wannabe. Sólo habían pasado dos horas desde que estuvimos en la estación, Erica ya se encontraba mucho mejor. Después de todo el dolor si la ayudó a sanar.

Y para mi pesar, Allison había avisado que Patrick también se encontraba bien, sólo tendría que quedarse un par de horas más en el hospital junto con Matt. Espero que mamá no se lo encuentre y se entere de que trabaja en la escuela, eso no resultaría bien para los dos. A él por imbécil y a mí por ocultarlo.

Estaba por quedarme dormida, hasta que sentí leves golpes en mi rodilla. Abrí los ojos sólo para encontrarme con una maldita pistola en frente de mi rostro, me quité los auriculares y bajé lentamente de la caja, levantando las manos en señal de paz.

—¿Podría bajar su arma? —le pedí a Chris.

Él me miró con duda, pareció pensarlo un poco y bajó su pistola con lentitud.

—¿Para qué me citaste?

Encendí mi celular para buscar la fotografía que le había tomado al documento. Lo hubiera traído, pero Stiles tuvo que regresar los papeles a la estación para que nadie notara la ausencia de estos y evitar meter en problemas a su padre.

—Marjorie Clutterbuck —dije para luego extenderle mi celular.

Tomó el dispositivo con su mano libre, leyendo con atención. Ejerció más fuerza en el agarre de su arma, generándole un temblor casi imperceptible.

Levantó la vista, mirándome fijamente a los ojos. Me devolvió mi teléfono y noté que comenzaba a levantar el brazo donde tenía su arma.

Chin.

—¿Piensa matarme? —cuestioné, cruzándome de brazos.

—No tengo intenciones de hacerte daño, eres sólo una niña —dijo, mientras guardaba su arma. —Además, eres su hija.

—¿Usted siempre lo supo?

Él negó sin titubear.

—Lo supe cuando Peter reveló que eras adoptada... aunque debí saberlo desde antes, te pareces mucho a ella.

Di un pequeño salto para volver a sentarme sobre la caja de madera y señalé el espacio vacío a mi lado. El señor Argent seguía con la misma expresión seria, mirándome sólo a los ojos, así que volví a señalar el lugar con insistencia.

𝐄𝐍𝐂𝐇𝐀𝐍𝐓𝐄𝐃 || 𝐷𝐸𝑅𝐸𝐾 𝐻𝐴𝐿𝐸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora