「Capítulo 10」

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Cielle salió del baño al vestirse, terminaba de acomodar su peinado. Había tardado varios minutos en lograr que su cabello rebelde cediera, para hacerlo lucir más alaciado y peinarlo hacia atrás, pero al final las ondas naturales seguían sobresaliendo, este cayó por los costados de su rostro, y aunque lucía bien de aquella manera no pudo evitar gruñir frustrado.

Se encontró a Idan de pie en el balcón, que al notar su presencia volteó a verlo.

—Lo sabía, ese color va contigo —aseguró observando lo maravilloso que lucía aquel traje gris con pajarita oscura en él.

Cielle tenía un porte muy sofisticado por eso la ropa formal hacía sobresalir esos atributos.

—¿Ya nos vamos? —preguntó el abogado acomodando ligeramente sus mangas.

—Sí, un auto no espera en la salida.

El trayecto en auto fue silencioso. Cielle evitaba a toda costa hacer contacto visual con Idan, el cual parecía ir disfrutando de toda aquella situación. Miraba fijamente al contrario porque sabía que aquello lo ponía incómodo, lo veía removerse en su asiento y luchar por no decir nada o siquiera voltear a verlo.

—¿En serio tienes veintisiete años? —preguntó el criminal enarcando una ceja.

—¿Y la pregunta por qué? —pronunció aún con la mirada fija en el cristal.

—No lo sé, es que no dejas de actuar como un niñato.

—¿Niñato yo? —cuestionó casi exaltado girando bruscamente su cara para mirarlo —. Curioso, lo dice el que llega a extremos sucios cuando pierde el control solo porque no sabe superar el pasado.

Iba a emitir palabra el criminal, pero fue interrumpido por el chofer avisándoles que ya habían llegado al sitio acordado. Fue justo en el momento indicado pues las próximas palabras que saldrían de su boca no serían gratas, es más, temía llegar a nuevamente perder el control de sus acciones. No cabía duda de que si él era bueno con las palabras, Cielle no se quedaba detrás cuando se trataba de darle respuestas igual de hirientes.

Al bajar se hallaron en una alejada mansión, la ciudad ni siquiera parecía que albergaría un lugar como aquel. El panorama en las afueras estaba demasiado tranquilo, lo cual resultó intrigante para el de ojos azules. Aunque no estaba acostumbrado a ese tipo de festejos, imaginó que habría un tanto más de seguridad en los alrededores. No vio armas, no vio guardias, y eso le extrañó. ¿Qué tan pacífica podría llegar a ser una reunión de mafiosos para que todos vinieran desprotegidos? ¿O era que quizás confiaban mucho en su anfitrión?

Ingresaron a la mansión siendo guiados por uno de los trabajadores que aguardaba a los invitados en la puerta. Atravesaron un amplio pasillo decorado con una numerosa cantidad de obras de arte renacentistas que, sin duda eran muy valiosas, eso no pasaba desapercibido ni para alguien con escasos conocimientos de arte. Pilares de mármol blanco se alzaban a cada lado de toda la extensión del corredor tocando el anormalmente alto tejado. Después de llegar al final de aquel pasillo que parecía parte de un museo, llegaron a dos amplias puertas de madera que al ser abiertas daban paso al salón.

Cielle ahogó un jadeo de asombro, deslumbrado no solo por el lujo, sino por la preciosa estructura de aquel salón. Siendo amplio en demasía se llegaba a él luego de bajar una gran escalera con pasamanos dorados y una alfombra oscura en toda su extensión. Al finalizar el último escalón, había un salón de baile con cabida para más de cien personas, como esos que aparecen en los castillos de las películas. En los costados aledaños lucían numerosas mesas con manteles blancos y sillas del mismo color. En el lado izquierdo una mesa surtida con toda clase de bebidas y aperitivos finos.

El Abogado del Diablo (BL)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora