「Capítulo 21」

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Idan deslizó su dedo por el contorno del labio inferior del abogado, fue delicado y sutil.

—Voy a besarte —confesó mientras se acercaba pero sin querer hacerlo sin el consentimiento de Cielle.

—Hay veces en que solo debes hacerlo, sin esperar una aprobación —sentenció el abogado para ser él quien se lanzara con ímpetu sobre los labios del criminal.

El ascensor se había abierto y nuevamente vuelto a cerrar, ambos habían perdido la noción de ello, pues estaban desechos en un beso impetuoso y salvaje, tan sublime como aquel sentimiento que los uniría por toda la vida. La mezcla del amor y el odio no siempre sería obsesión, al menos no en ellos dos.

La mezcla de su amor y su odio solo dio como resultado un amor herido, que pedía a gritos ser sanado.

Aquel beso parecía no tener fin. Quizás era porque ninguno quería finalizarlo. Solo se separaban por cortos instantes para mirarse a los ojos y regalarse cómplices sonrisas, para luego volver a fundir sus labios de una manera ardiente.

Transcurrían los segundos y el ascensor comenzaba a llenarse de un sonido lascivo. Era la dulce mezcla de sus bocas al fundirse y sus jadeos en busca de aire. La desesperación en ellos era tan grande que parecía terminaría por consumirlos. Habían pasado siete años, siete años en los que sin saber, anhelaban con vehemencia otro encuentro como aquel. Años en los que ningunos otros labios habían logrado llenar el vacío que había dejado en cada uno la ausencia del contrario.

No había control alguno. Cielle gemía en los labios del criminal, recordando de manera vivaz todos sus encuentros pasados. No solo su mente rememoraba, su cuerpo también parecía quemarse con cada llamarada que despertaba aquel interminable beso.

Idan abrió con cierto salvajismo el botón de la chaqueta del contrato. El abogado no era totalmente consciente de sus intenciones, hasta que sintió una mano deslizarse por sobre el cierre de su pantalón. Idan fue rápido a pesar de emplear una sola mano. Presionó a Cielle contra la pared del ascensor, deslizó su mano por dentro del pantalón y posteriormente la ropa interior.

—Evigheden, no, detente. —El abogado trató de agarrar la mano del contrario antes de que cumpliera su objetivo, agarró la muñeca de Idan tirando de ella, pero aún así no fue capaz de evitar dicho acto.

Apenas e hizo contacto con la intimidad del abogado, este soltó un sorpresivo gemido y arqueó la espalda sobre la pared. Seguía agarrando la mano de Idan pero sin nada de fuerzas para alejarlo.

—Para —pidió en un quejumbroso gemido —, te dije que yo nunca volvería a ir a la cama contigo.

—Que suerte entonces que estemos en un ascensor —elevó una ceja burlón —. ¿Te preocupan acaso las cámaras de seguridad? Lindo show que estamos dando, pero tranquilo, solo yo tengo acceso a las cámaras de esta área del edificio. Sabes... —gruñó empleando su mano libre para agarrar la cadera del contrario —, si realmente esto no te gusta por qué no paras de morderte el labio y gemir, yo creo que estás disfrutando esto muchísimo.

—Eres un hijo de puta —gruñó e Idan cerró con fuerza su mano, dándole un apretón que hizo al abogado soltar un quejido.

—Cuidado con lo que dices precioso, no suelo ser muy condescendiente cuando se ofende a mi madre —advirtió con un tono mucho más serio del que había empleado hasta el momento —, pero sabes qué, está bien, dime que me detenga y lo haré, no pienso forzarte a más nada.

—De... —Tenía las intenciones de continuar esa palabra, así que el criminal a propósito aumentó el ritmo de su mano haciéndolo callar para ahogar una exclamación — ¡Oh Dios mío! —llevó sus manos a los hombros del contrario para sostenerse al sentir sus piernas flaquear.

El Abogado del Diablo (BL)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora