「Capítulo 37」

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No sabía en qué momento había caído en la inconsciencia, pero cuando Cielle abrió los ojos se encontraban ambos sumidos en la profunda oscuridad de la habitación. Se removió tratando de incorporarse en la cama, entonces notó que Idan estaba abrazándolo con mucha fuerza. Sus brazos lo rodeaban manteniéndolo cerca y las piernas de ambos estaban entrelazadas.

Se removió ligeramente, soltándose de aquel agarre sin querer despertar al castaño. Cuando lo logró se colocó su ropa interior y su camisa. Antes de salir de la habitación verificó la herida de Idan y suspiró aliviado, viendo que no había comenzado a sangrar.

Tomó su teléfono del bolsillo de su pantalón notando que eran poco más de las cuatro de la mañana. Bajó las escaleras a la planta baja y caminó hasta la cocina encendiendo la luz.

Abrió la nevera y sacó de ella un poco de agua para servirse y sentarse en uno de los bancos frente al mesón. Miraba fijamente el vaso, viendo el reflejo de la luz en el agua y mientras, pensaba en lo que pasaría en unas horas. Iba a participar en un juicio, sin testigos, sin evidencia, sin haber preparado buenas alegaciones para la defensa. Aunque había tratado de no pensar en ese asunto, no podía dejarlo estar de todo. Temía que estuvieran conspirando para refundir a Evigheden en la cárcel, y si ese era el caso entonces aunque preparara la mejor defensa, no iba a lograr protegerlo.

-¿En qué tanto piensas? -preguntó Idan a sus espaldas rodeándolo con sus brazos, para apoyar la cabeza en su hombro y besar su mejilla.

-No te sentí llegar -confesó Cielle para girar la cabeza a un lado y mirarlo.

-Estabas demasiado concentrado.

-Pienso en el juicio -exhaló y fue casi un sollozo -. No tuve tiempo de nada en solo un par de días, mi vida estuvo muy agitada como para tener tiempo de planearlo todo, yo pretendía adelantar un poco el juicio pero no tanto.

-Todo estará bien, no te preocupes -aseguró en criminal para tomar sus manos y ponerlo de pie. Fue entonces que el abogado notó su desnudez.

-Evigheden vístete -pidió mientras reía.

-No que va, así estoy más cómodo.

-Estás loco.

-Por ti -pronunció para depositar un beso suave sobre sus labios.

-Aún falta bastante para que amanezca -susurró sobre sus labios el abogado.

-¿Me estás pidiendo una segunda ronda?

-Te iba a sugerir irnos antes, aún tenemos que conseguir ropa formal.

-Al diablo la ropa formal.

Idan giró a Cielle y lo recostó sobre el mesón, levantó su camisa y bajó la ropa interior que portaba el abogado.

Cielle se inclinó aún más, dándole un mejor acceso al criminal. Idan escupió sobre la entrada del pelinegro, usando sus dedos para esparcir la saliva. Masajeó a su antojo las nalgas del abogado, las golpeó con fuerza dejando sus dedos marcados sobre su piel e, incluso mordió, haciendo a Cielle soltar una exclamación de dolor.

-Entra de una vez Evigheden -se quejó el abogado moviendo el trasero hacia los lados inquieto.

Idan se adentró con lentitud, esta vez procuró ser mucho más delicado. Comenzó con suaves embestidas, Cielle gemía bajito y soltaba algunos quejidos entrecortados.

-Más.

-¿Cómo ser piadoso contigo D' La Fontaine? Si eres tan desesperado -gruñó el contrario.

El criminal agarró bruscamente el cabello del abogado y tiró con fuerza de él hacia atrás, haciéndolo arquear mucho más la espalda y soltar un alto gemido. Las embestidas pasaron en segundos a ser nuevamente salvajes, hasta crueles en ciertas ocasiones. Gritos de placer masculinos y airados bañaban la soledad de la cocina, y quizás retumbaban por toda la gran casa. Era una suerte que fueran los únicos por los alrededores.

El Abogado del Diablo (BL)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora