「Capítulo 16」

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Cielle mordió su labio inferior conteniendo las emociones que nublaban su juicio, pidiéndole hacer un reclamo a Idan. Pidiéndole contar la verdad del porqué se marchó, pero se contuvo, y para hacerlo sus dientes se ciñeron con tal fuerza a su labio, que terminaron por cortarlo ligeramente y hacer una gota de sangre resbalar por su belfo.

—Si quieres decir algo solo dilo —pronunció Idan levantándose de su silla para mirar de cerca el labio herido del abogado —. Sea lo que sea está atormentándote lo suficiente como que que llegues a estos extremos —señaló su pequeña herida.

—Estoy bien, no tengo nada que decir y no me duele.

—¿Seguro de que no te duele? —preguntó incrédulo y Cielle asintió en respuesta —. Vamos a comprobarlo —se acercó y lamió por sobre la herida, saboreando el metálico de aquella sangre, para luego succionar ligeramente.

El abogado cerró con fuerza los ojos, soltando un pequeño quejido de dolor en respuesta.

—Sí duele —confesó finalmente para que Idan se alejara.

—Lo supuse —dio un rápido beso sobre la mordida y se alejó.

Tomó de una de las gavetas de su escritorio un sobre y se lo extendió al contrario.

—¿Qué es? —cuestionó el de ojos azules mientras abría el sobre. Entonces encontró un gran fajo de billetes —. ¿Para qué tanto dinero?

—Es tuyo, úsalo para comprarte las cosas que necesitas y perdiste en la explosión.

—Ya te dije que tengo dinero Evigheden, solo debo ir al Banco, lo único que te pedí es que me dieras para el taxi.

—No reclames más, tómalo como un pago.

—¿Un pago por qué?

—Por dejarme besarte.

—Oh no —lo señaló con el dedo —. Ni se te ocurra que me tratarás como a tu jueguito Evigheden —lo empujó por los hombros —. A mí me respetas imbécil. No quiero ni necesito tu dinero.

—Créeme que lo necesitarás.

—¿Por qué lo haría?

—El Banco bloqueó tus cuentas.

—¿Por qué? —preguntó sobresaltado.

—Hubo un intento de acceso forzado a tus cuentas bancarias, por seguridad el Banco las ha bloqueado por un tiempo.

—No puede ser.

—Pero pasó, así que toma el dinero.

—¿Has tenido algo que ver con ello?

—Para nada —aseguró —. ¿Por qué lo haría?

—No sé, quizás para tenerme dependiendo de ti, a tu merced.

—Tienes un buen punto, aunque me duele que alguien se me haya adelantado.

—¿En serio no fuiste tú?

—No, alguien buscaba algo en tus bienes.

—Maldita sea —gruñó para soltar un suspiro —. Necesito ese dinero, debo enviarle la mensualidad a mi madre, también pagar la cuenta del sanatorio mental donde está mi padre.

—Puedes ganarte ese dinero —insinuó malicioso.

Idan abrió su computadora y entró a la página web del sanatorio mental.

—Yo puedo hacer el pago ahora mismo —aseguró humedeciendo sus labios.

—No voy a hacerlo —aseguró —. ¿Por qué estás tan empeñado en la maldita mamada?

El Abogado del Diablo (BL)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora