「Capítulo 39」

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En aquel momento parecía que todo transcurría en cámara lenta. El auto pasó a una velocidad demasiado rápida como para que Cielle pudiera siquiera notarlo a tiempo. El grito de Idan resonó y el abogado lo miró por unos instantes, por breves segundos sus ojos conectaron, entonces se escuchó el sonido del impacto.

El cuerpo del abogado chocó contra el parabrisas y rodó por encima del auto para caer en la calle. Todos los que presenciaron ese instante se quedaron atónitos. Micah, siendo el que más cerca se encontraba, junto al auto, fue capaz de escuchar el sonido de los huesos rompiéndose al caer al suelo y ahogó un grito para cubrirse la boca con las manos, horrorizado.

El auto se dio a la fuga, las personas que transitaban por la calle corrieron todas en esa dirección, poco después se vio el área rodeada de una gran muchedumbre, varias personas llamando a la policía y a una ambulancia.

Los pies de Idan no se movían, parecían estar pegados sobre el concreto de la acera, tampoco respiraba, no podía hacerlo.

Otra vez.

Nuevamente era testigo de un accidente. Otra persona a la que amaba era atropellada frente a sus ojos y ambas veces el culpable había sido el mismo.

Desde su lugar no podía verlo, pero entre la multitud podía distinguir la sangre que se esparcía por el suelo, y pudo ver su mano tendida, bañada en rojo.

Los gritos desconsolados de Micah resonaban entre la multitud. Osiris lo sostenía pues parecía que en cualquier momento perdería la conciencia de tal shock.

Idan dio un paso y luego otro, lentamente fue volviendo en sus cabales para comenzar a correr en dirección a Cielle. A empujones quitaba de su camino a cada persona para finalmente llegar frente a él.

Un jadeo lastimero emanó de sus labios. Sus manos comenzaron a temblar, y sus piernas fallaron para llevarlo a caer arrodillado, justo sobre el charco de sangre que emanaba del cuerpo de Cielle.

Se encontraba tendido boca arriba, su cabeza tenía una herida enorme que sangraba sin parar, su brazo derecho estaba roto y torcido. El traje rasgado y la piel bajo este quemada debido a la fricción contra el asfalto, pequeños trozos del vidrio del parabrisas estaban clavados en la piel de sus manos, y su rostro apenas podía divisarse por la sangre que lo cubría.

—No —jadeó extendiendo una mano en su dirección.

—¡No lo toques! —Osiris llegó a su lado para alejarlo de Cielle —. Si lo mueves indebidamente podrías matarlo.

—Él ya está muerto —pronunció entre sollozos. Miró sus propias manos notando la sangre que las bañaba.

El sonido de las sirenas de la policía alertó a todas las personas que abrieron paso. Poco después llegó una ambulancia.

Los policías cercaron todo el lugar como una escena del crimen. Los paramédicos se apresuraron en atender a Cielle. Uno de ellos tomó su pulso mientras el otro le inmovilizaba el cuello, para subirlo lentamente a la camilla.

—Tiene el pulso débil —dijo uno de los paramédicos mientras lo subían a la ambulancia, y le colocaban una máscara de oxígeno y una vía intravenosa con suero.

—Voy con él. —Idan se abrió paso pero los paramédicos le impidieron subir.

—Lo sentimos señor pero no puede ir en esta ambulancia.

—¿Cómo que no? —gruñó —. Tiene que dejar ir a un acompañante.

—Si es necesario tendremos que realizar una intervención en la ambulancia, por ello estaría usted estorbando —explicó el paramédico.

El Abogado del Diablo (BL)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora