「Capítulo 6」

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Una desagradable sensación ascendía desde su estómago, podía incluso saborear en su boca el amargo de su bilis subir casi hasta su garganta. Cielle ni siquiera sabía que se podía sentir tanto miedo, pero allí estaba, cubriendo su boca para no emitir ningún ruido y tratando de calmar su respiración, aunque era casi imposible. Mientras su corazón siguiera latiendo tan desbocado seguiría sintiendo aquella fatiga. Aunque había estado ya anteriormente al borde la muerte, en esta ocasión era mucho peor, quizás porque en aquel entonces no tuvo mucho tiempo de procesar antes de ser apuñalado, pero ahora la tensión lo asfixiaba, se sentía como un animal en el matadero esperando su turno para ser sacrificado.

¿Cuánto se suponía que debía esperar por la ayuda de Evigheden? Su departamento no era tan grande como para mantener entretenidos mucho tiempo a los maleantes, sin duda lo encontrarían antes.

La opción correcta desde un principio era llamar a la policía, así que se propuso hacerlo pero se detuvo al escuchar a alguien ingresar en la habitación. Ahogó un jadeo y se acurrucó más contra la pared del armario. Se preguntaba cómo habían hecho aquellos maleantes para entrar al edificio sin ser notados, o que el portero los dejara pasar. Sin embargo, recordó que Idan había pasado sin problema alguno, así que supuso el portero había sido nuevamente sobornado, o en ese caso posiblemente amenazado.

Temblaba mientras oía los lentos pasos contra el suelo, pero de pronto se escuchó un fuerte sonido provenir de la sala, fue un grito seguido por un disparo. El hombre en la habitación salió corriendo al escucharlo y nuevamente se oyó otro disparo. Esta vez Cielle no contuvo una exclamación de horror para cubrirse los oídos.

Un repentino sosiego inundó el lugar. El joven aguardó en total silencio mientras escuchaba atentamente en busca del más mínimo indicio de voz. Al no percibir nada se debatió entre si salir o no, desconocía el panorama que podía estar aguardándolo, además temía caer redondo en una trampa y delatar su ubicación él mismo. Transcurrieron minutos en paz, hasta que escuchó como si algo estuviera siendo arrastrado en el suelo, luego algunas voces entre las que pudo distinguir una familiar.

Salió con suma cautela y caminó hasta la puerta de la habitación, la abrió lentamente y se asomó por la rendija, pudo distinguir una figura de pie en medio de la sala. Trató de asomarse más pero tropezó con su propio pie y terminó cayendo hacia el frente, casi a los pies de aquella persona.

Escuchó una risita burlona y levantó la vista para ver a Idan frente a él.

—Ahora mismo estarías muerto por tu torpeza —se burló el criminal viéndolo aún tendido en el suelo.

—¡Oh Dios, eres tú! —jadeó aliviado poniéndose de pie con rapidez —. Tenía tanto miedo —confesó dejando por primera vez brotar todo el terror que había sentido y permitiendo que algunas lágrimas escaparan de sus ojos.

—Todo está bien. —Idan se acercó y lo envolvió en un abrazo, rodeó su cintura con una de sus manos y con la otra acarició lentamente su cabello, sabiendo lo mucho que aquello lo reconfortaba.

—No sé qué habría sido de mí si no venías —pronunció sorbiendo por la nariz y alejándose un poco para mirarlo a la cara.

—Esa no era una posibilidad —sonrió deslizando el pulgar por su mejilla, limpiando el rastro lágrimas.

En ese preciso instante el tiempo pareció detenerse, qué tan infantil podía sonar aquello, pero aún así de esa manera se sintieron. Observándose mutuamente tan de cerca, en una situación en la que sus problemas personales y sus rivalidades no se oponían, en ese momento solo se vieron como lo que realmente eran, dos personas que se amaron de una manera tan ferviente y sincera, que dolía incluso recordarlo. Por primera vez desde su reencuentro no eran un abogado y su cliente, no eran dos seres que se odiaban a muerte, solo eran ex amantes que tuvieron que decirse adiós en el pasado sin haber dejado de amarse.

El Abogado del Diablo (BL)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora