「Capítulo 17」

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—¿Te das cuenta de lo que eso significa verdad? —pronunció Idan con seriedad.

—Sí, al parecer mis padres y por ende yo, éramos miembros de Fenith.

—¿Y por qué te buscarían?

—Quizás mis padres eran desertores de la organización, estaban dándoles caza y huían cuando tuvimos el accidente. Es solo una suposición.

—Solo eras un niño, no habría razón para que aún vengan tras de ti. Además cuando interrogué a Fabio él dijo que te perseguían porque tú eras la clave.

—¿La clave de qué? —arrugó la frente.

—Si lo supiera te diría.

—Maldición —resopló —, no se detendrán, volverán.

—No pasa nada, mientras me seas de utilidad yo te ayudaré.

Se abstuvo de decir nada más, pero aquellas palabras no le daban mucha esperanza. Tampoco quería ser la damisela en peligro de nadie, ni que su vida dependiera de la protección de Idan, menos cuando sabía que el criminal también era un enemigo.

Cielle caminó hacia la puerta para marcharse, pero antes de poder salir la voz de Idan lo detuvo.

—D' La Fontaine.

—¿Qué? —preguntó de mala gana.

—Cómprate un traje elegante.

—¿A dónde vamos, a otra fiesta de la mafia? —elevó una ceja burlón.

—No, voy a subastarte al mejor postor —bromeó.

—Hablo en serio, a no ser que quieras agregar proxeneta a tu lista de delitos.

—Es una cena de beneficencia a la que asisto anualmente.

—¿Por qué me llevas esta vez? Acaso no escarmientas.

—Esta ocasión es por puro placer.

Cielle asintió y salió de la empresa, tomó un taxi hasta el edificio de Idan. Cuando ingresó se sorprendió de no ser detenido en la entrada por los guardias, pero al parecer ellos habían sido informados de su convivencia allí.

—¿En qué piso viviré? —preguntó al que estaba frente al ascensor esperándolo para guiarlo.

—El señor Evigheden me informó que lo llevara a su departamento.

—¿Por qué?

—Dado a que todos los demás están ocupados por el personal.

El abogado solo pudo resoplar, para finalmente aceptar que a partir de ese momento compartiría apartamento con su ex. ¿Cómo se suponía que dormiría tranquilo? Era casi imposible sabiendo que estaba bajo el mismo techo de aquel demente, con repentinos cambios de humor y personalidad engañosa.

Llegó al piso y entonces se percató de que no tenía la clave de acceso de la puerta. Tomó su teléfono y mandó un mensaje de texto al criminal, preguntándole. Enseguida recibió una respuesta con los dígitos, dándose cuenta de algo: Era la fecha del día en que hacía tantos años atrás habían comenzando su relación, la fecha de sus antiguos aniversarios, un día después el cumpleaños de Idan.

—Me confundes Evigheden —susurró para sí mismo, mientras ingresaba en el enorme y lujoso departamento.

A veces creía que realmente Idan sentía aún algo por él, pero luego, cuando analizaba sus acciones llegaba a la conclusión de que solo estaba obsesionado, de una manera enfermiza y complicada. Suponía era aquella emoción la que obtenías al mezclar amor y odio, solo quedaba obsesión.

El Abogado del Diablo (BL)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora