「Capítulo 29」

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—No sé si lo notaste pero literalmente gritaste que amas a Idan —le recordó Micah a Cielle de camino en el auto.

Después de salir del hospital y, esperando haberse librado por el momento de Fenith, suponían que podrían al fin ir a algún lugar menos alejado. Al final habían decidido llevar a Cielle a la mansión de la familia Rymer, donde estaría a salvo.

—No me lo recuerdes lo sé —bufó de mala gana el abogado —. Lo peor es que él lo escuchó.

—¿Y por qué sería eso lo peor? —preguntó confuso Micah —. Debería ser un alivio poder decir lo que sientes.

—¿Tú lo has hecho? —cuestionó mirándolo dudoso.

—Por supuesto, lo digo en cada ocasión que puedo, así no me quedarán remordimientos por ocultar lo que siento.

—¿Hablas en serio?

—Claro —asintió y miró al que iba a su lado, conduciendo —. Osiris —llamó su atención y este lo miró brevemente —, te amo como un idiota.

En los labios delgados y rosados de Osiris se dibujó una sonrisa que trató de disimular sin resultados. Micah había dicho aquello como si fuera lo más sencillo del mundo, pero para Cielle era casi imposible. No culpaba a su orgullo, culpaba a esa parte de él que le susurraba al oído que era una mala idea volver a amar a Idan. Se había dicho a sí mismo que el primero en enamorarse perdía, pues él había perdido la batalla, la guerra, la dignidad y la fortaleza que había tratado de mantener.

—No sé por qué volví a enamorarme —aceptó pasándose las manos por el rostro —. Este Idan de ahora es una señal enorme de peligro, es como si tuviera un cartel en la frente. Aún así no puedo odiarlo aunque lo intente, y no pude evitar volver a caer.

—¿Qué no entiendes? Para mí está más que claro, tú no volviste a enamorarte, lo que pasa es que jamás dejaste de amarlo —dijo Micah.

—Sí lo hice —aseguró firme —, sepulté cada emoción y buen recuerdo de nuestro pasado juntos, lo dejé atrás junto con el viejo yo.

—¿El viejo tú? —preguntó Osiris adentrándose en la conversación —. Todas las personas cambiamos, es el inevitable ciclo de la vida. Puede que ya no seas el mismo de antes, ahora más maduro, más fuerte quizás, pero eso no quiere decir que todo en ti sea totalmente diferente al pasado. Hay cosas que nunca cambian, eso lo demuestran los gustos personales. ¿Cambió tu color favorito o tu aroma favorito?

—No, esas cosas siguen igual.

—Como bien ya dije, hay cosas que nunca cambian. Aún así no pongo en duda que tus sentimientos hayan desaparecido.

—Creo que lo que realmente me pasó es que mi amor fue sustituido por otra emoción, después de un tiempo pensar en Idan era llenarme de dolor, culpa, añoranza. Él se volvió un recuerdo.

—Entonces tu situación es peor de lo que crees, porque en aquel entonces lo amaste y ahora volviste a amarlo. Lo cual me lleva a creer que te será imposible huir de él porque siempre volverás a quererlo.

—No tienes idea de lo mucho que me aterra esto —se abrazó a sí mismo para dejarse caer recostado contra el espaldar del asiento —. No quiero sufrir más, no sé si lo soportaría. Por el camino que van las cosas, no creo que nos espere nada bueno a nosotros.

—Eso solo lo pueden decidir ustedes —afirmó Osiris bajando la velocidad para tomar un giro a la derecha.

Suspiró el abogado para cerrar los ojos. No se había quedado dormido, mas tampoco estaba completamente despierto. Se encontraba como en un leve estado de reposo, aún así era capaz de escuchar todos los sonidos y sentir el movimiento del auto. Cuando notó que había cesado por completo, abrió con pesadez los ojos para mirar por la ventana.

El Abogado del Diablo (BL)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora