「Capítulo 40」

2.2K 263 189
                                    

Las primeras veinticuatro horas serían cruciales para Cielle, estaba inconsciente pero luchaba por su vida como todo un guerrero. Micah y Osiris se habían quedado con él, sin embargo cuando Selene llegó al hospital les dijo que los reemplazaría, para que fueran a casa a descansar y comer.

La abogada se había enterado por las noticias del accidente de su amigo, así que había ido sin perder tiempo al hospital. La joven lloraba mientas Micah le explicaba lo que había sucedido.

—¿A dónde crees que vaya Idan? —preguntó Micah a Osiris mientras este conducía a su casa.

—No lo sé pero me preocupa, está totalmente desesperado y así no se piensa bien.

—Espero que no se meta en líos, acaba de ganar el juicio y ha sido un milagro.

—Que va —negó el asesino —, yo no creo en los milagros. Algo pasó esta mañana en el tribunal, los testigos cambiaron su declaración y las pruebas desparecieron.

—¿Los habrá sobornado?

—No lo sé.

...

Idan caminaba con rapidez adentrándose en aquel alejado y solitario edificio en Brooklyn. Subió las escaleras, la madera podrida de la misma emitía un crujido ante cada paso. Se encontró entonces frente a aquella enorme puerta de metal, la golpeó con fuerza varias veces. Poco después esta se abrió e ingresó.

Miró el interior, no había cambiado nada a pesar de todos los meses que llevaba sin visitarlo. Aquella habitación oscura, con ventanas clausuradas, iluminada por la luz de las numerosas computadoras que se encontraban en la parte izquierda. En la derecha un armario de madera en la pared, donde una gran variedad de armas se encontraban colgadas. Una mesa en medio con un mapa de la ciudad y varios documentos.

Allí, sentando detrás de la mesa se encontraba aquel hombre alto con la cicatriz en el labio, tenía la mirada seria y observaba al criminal, expectante de lo que diría.

—Se acabó —afirmó Idan.

—Vaya vaya Evigheden, así que lo que temía sucedió. Te dije que ese joven sería una molestia.

—Cállate —gruñó —. He seguido esta maldita misión por siete años, pero ahora se acabó. No voy a esperar más, ni acogerme al plan.

—Piénsalo bien Evigheden, ¿vas a comprometer tantos años de la misión solo por él?

—¿Solo por él? —apretó los puños y golpeó con fuerza la mesa —. Él es todo para mí —espetó —, eso no es algo que entenderías así que solo cierra la boca.

—¿Así le hablas a tu jefe? —torció el gesto algo molesto.

—Serás mi jefe por poco tiempo, cuando termine dejaré toda esta porquería.

—Muy bien. ¿Qué harás ahora entonces?

Idan se irguió en su lugar y ladeó el rostro.

—Se acabó la misión encubierta, dame mi arma y mi placa jefe, me voy a Italia.

—Agente Evigheden, estás cometiendo una locura.

—Tú ya sabías que estaba loco cuando me captaste hace años para esta misión.

—Muy bien, llamaré a los agentes que tenemos en Roma para que sean tu refuerzo, pero que sepas que estás tirando todo por la borda.

—Eso no me importa, ah y otra cosa —lo miró a los ojos —, hasta que haya terminado mi objetivo nadie puede saber que soy agente de la Interpol.

—Que así sea.

Después de horas de viaje el avión llegó a Roma, Idan había avisado a su padre para tener una reunión. Se encontraban en el restaurante favorito de Leonardo, con toda el área reservada solo para ellos.

El Abogado del Diablo (BL)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora