「Capítulo 18」

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La manera en la que Joan miraba a Cielle era bastante chantajista. El abogado sin embargo esbozaba una sonrisa de desinterés increíble, era una suerte que Joan no fuera tan bueno como Idan leyendo expresiones faciales, porque sino se habría dado cuenta en su cara la rabia que enmascaraba tras esa sonrisa. Habría visto lo tenso que estaban sus músculos faciales, y como su ojo izquierdo temblaba descontroladamente.

—¿Está todo bien? —preguntó Joan tomando asiento sobre el sofá, cruzando elegantemente una pierna por sobre la otra —. Espero no haber arruinado tus planes.

—Para nada, nadie es capaz de arruinar mis planes jamás —comentó despreocupado pero con un deje venenoso en su voz.

—Muy bien —miró la percha que estaba a su lado —. ¿Esto es un smoking? Si no te molesta lo usaré yo, es que no cargo conmigo nada que ponerme y como tú ya no irás.

—Por supuesto tómalo, no es como que lo necesitara. Ahora si me disculpas tengo que salir.

Cielle salió del departamento con una expresión limpia de emociones, sin embargo cuando se vio dentro del asesor golpeó la pared con su puño, a pesar de lo mucho que aquel acto le dolió.

Maldito, mil veces maldito Idan Evigheden. Atreverse a humillarlo de aquella manera era pasarse de la raya. Si desde un inicio pensaba llevar a ese tal Joan no debió invitarlo solo para tener el placer de avergonzarlo. Pero si creía que lo vería rebajarse o hacer un infantil berrinche por algo así estaba totalmente equivocado.

Apenas puso un pie fuera del ascensor fue interceptado por dos de los hombres del personal que usualmente custodian.

—Disculpe pero no puede abandonar el edificio —dijo uno de los hombres impidiéndole el paso.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó ligeramente molesto.

—El señor Idan ordenó que...

—Espere espere —interrumpió para esbozar una mueca de indignación —. No puedo creer que ese mal nacido haya ordenado retenerme. ¿Cómo se atreve? Salga de mi camino —advirtió.

—Lo siento, no puedo. Es por su bien.

—¿Por mi bien? —gruñó incrédulo.

Tener que regresar al departamento donde estaría Joan no era una opción agradable, sobre todo porque el chico hacía la situación incómoda con sus miradas.

—Dime algo —se dirigió al guardia —. ¿No será que él teme que yo me atreva a aparecer en el evento? —Cielle no tenía certeza de nada pero desde un inicio se llevó esa impresión. Su instinto no era de fallarle en situaciones como aquella.

El guardia no respondió, solo le señaló el camino al ascensor indicándole que regresara al departamento. El abogado no se negó solo para no comenzar una riña en la que terminaría perdiendo sin lugar a dudas. No tenía manera de salir de aquel lugar, estaba rodeado de guardias incluso en el estacionamiento.

Suspiró rendido para regresar. Al ingresar al departamento notó que el joven seguía sentado en la sala, mirando su teléfono bastante concentrado. Cielle evitó cualquier contacto visual con él y se encerró en su habitación.

Sentado sobre la cama lanzó un gruñido de frustración.

¿Cómo se atrevía Idan a tratarlo como un prisionero? ¿En serio sería por evitar que asistiera a la gala de beneficencia? ¿Qué podría tener de especial aquel evento? Dudaba que fuera más peligroso que el evento de la mafia al que lo obligó a asistir.

Curioso tomó su portátil y buscó información sobre el evento. Luego de un par de artículos sobre la importancia y la misión del mismo, encontró algunas imágenes de los invitados principales de cada año y los promotores del evento.

El Abogado del Diablo (BL)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora