「Capítulo 28」

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—Eres genial —expresó emocionado Micah para lanzarse a los brazos de Cielle, dándole un fuerte abrazo —. Nunca más voy a subestimarte.

—Muy lindo todo —pronunció de mala gana Osiris —, pero tenemos que deshacernos de todos estos cuerpos —les recordó.

—Hay un lugar —dijo Micah aún con los brazos alrededor del cuello del abogado.

—¿Podrías soltarlo ya? ¿Piensas pasar todo el día como una garrapata? —Osiris agarró el brazo del pelirrubio y tiró de él para alejarlo del contrario.

—Está celoso —dijo el abogado en un susurro al oído de su amigo.

—Te escuché, y no estoy celoso.

—Sí está celoso —pronunció Micah de la misma manera para soltar una risita cómplice.

Siendo guiados por el de cabellos rubios encontraron un depósito subterráneo tras la casa. El lugar era como una gran fosa profunda en la tierra, se llegaba a ella deslizando una gran tapa de mármol que había oculta bajo una alfombra de césped artificial. Removieron todo entre los tres, abrieron la fosa y fueron arrastrando los cadáveres uno a uno, hasta lanzarlos para luego nuevamente cerrar.

—Estoy muerto —soltó Micah un quejido con la voz sofocada para dejarse caer en el suelo sentado —. Esos trece hombres pesaban una barbaridad.

—No creo que en menos de dos horas haya matado y escondido cadáveres en el patio —dijo el abogado casi incrédulo mientras, desde su lugar en el suelo miraba el cielo azul de la tarde.

—Ya te acostumbrarás —dijo Osiris.

—No quiero acostumbrarme a esto, y créeme que no podré dormir bien en años.

—Ha sido en defensa propia, además si quieres seguir junto a Idan tendrás que aceptar este mundo.

—Yo nunca dije que quisiera seguir junto a Evigheden.

—No es lo que parece —elevó una ceja el asesino.

—Yo solo quiero ayudarlo.

—¿Y después qué?

—¿Por qué siguen haciéndome esa pregunta? —cuestionó molesto para ponerse de pie —. ¡No lo sé! ¡Por primera vez en mi maldita vida, no sé qué haré después! No tengo un plan, ni la más mínima idea de lo que siga después. Ahora solo me estoy dejando arrastrar por la corriente y seguiré hasta donde me lleve, así sea hasta un acantilado.

—Mejor vamos a calmarnos —pidió Micah interviniendo —. Volvamos a la ciudad, tenemos que liberar a Idan, y Cielle —miró al mencionado colocando una mano en su hombro —, tú tienes que seguir con lo del juicio.

Asintieron ambos, para dirigirse a recoger las pocas pertenencias que tenían en la casa y ponerse de camino a la ciudad.

Apenas el teléfono de Cielle entró en cobertura recibió un par de mensajes de texto, algunos de Selene, otros del trabajo. Notó también una llamada en buzón de voz, la cual reprodujo.

—Estimado señor D' La Fontaine, llamamos desde la estación de policía para avisarle que su cliente, el señor Evigheden, ha sido trasladado al hospital. Luego de pelearse con uno de los reclusos fue apuñalado y se encuentra ingresado bajo cuidados.

Al terminar de escuchar el mensaje de voz, el teléfono de Cielle resbaló de su mano y cayó al asiento. Su voz se cortó y su corazón saltó en un solo latido desbocado, que le robaba el aliento.

—¿Qué pasa? —preguntó Micah desde su lugar en el asiento del copiloto, volteándose para mirar al abogado.

—Idan... fue apuñalado, está en el hospital.

El Abogado del Diablo (BL)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora