3.- La Primera Prueba de Sigilo (2/3)

1 0 0
                                    


Al día siguiente fuimos a reservar el circuito, pero no quedaban cupos para esa tarde. Tuvimos que conformarnos con una hora para el día siguiente. El tiempo para la prueba se iba acabando. Aun así practicamos un poco; repasamos los ejercicios de la clase de infiltración, sobre todo los de arrastrarse y moverse sin hacer ruido. Cecil y yo nos aseguramos de evaluar cuidadosamente a Gretos y Veraz.

Al otro día por fin pudimos usar una de las pistas de obstáculos. La idea de Cecil era un poco rara: entramos los cuatro al mismo tiempo y nos dividimos en parejas; dos vigilaban mientras que dos se escabullían, cosa de que Gretos y Veraz nos vieran y nos imitaran de la mejor manera posible.

Me tocó ir primero con Gretos y de inmediato noté algo mal; no se agachaba lo suficiente. Le hice señas para que se pegara más al suelo, pero aunque conseguimos que se escondiera detrás de los obstáculos, se mantenía muy alto para mi gusto. En la clase de infiltración nos habían dicho que nunca diéramos un escondite por sentado, que nuestros ojos no estaban en la esquina de nuestro cuerpo y por lo tanto siempre había algo que podía resaltar. Intenté mostrarle mi postura mientras reptaba para moverme de un lugar a otro, pero aun así se le hizo difícil. Por otro lado, moverse con silencio se le daba bastante bien, creo que incluso un poco mejor que a mí; era muy cuidadoso de en dónde ponía sus manos y sus pies, solo que no del resto de su cuerpo. Cecil y Veraz nos pillaron varias veces por su culpa.

Luego fue el turno del otro equipo. Yo ya había practicado con Veraz y más o menos conocía sus fallas. Varias veces lo encontré porque chocaba sus brazos con muebles y paredes, o hacía mucho ruido removiendo la tierra al arrastrarse. Sus plumas rojas tampoco ayudaban mucho.

La pasamos bien, pero Gretos y Veraz aún tenían mucho que aprender. Solo esperaba que pudieran pasar la prueba para que nos mandaran juntos en misiones. Sabía que con práctica suficiente lo conseguirían.

------------------------------------------------

Finalmente llegó el día anterior a la prueba. Me sentía nerviosa, pensé que me faltaba practicar, pero nuestro profesor de infiltración nos había repetido unas cuantas veces que era importante descansar antes de una misión y de una prueba. Además, necesitábamos estudiar para una prueba de economía la semana siguiente y no estaba preparada en lo absoluto para esa. Justo esa tarde después de clases me dirigía al cuarto de unas amigas para estudiar en grupo. En eso miré distraída por la ventana hacia el patio y me encontré a un hombre conocido hablando con la directora: Nix, mi señor fantasma.

Mi corazón dio un vuelco. Quise abrir la ventana y gritarle desde donde estaba para que me viera, pero las ventanas del segundo pasillo no se abren y además habría sido muy vergonzoso. Luego recordé el día que le dije lo que pensaba sobre él. Me volvió a doler un poco que no me quisiera. Me pregunté si debía ir a verlo, pero sería muy obvio que solo lo haría porque me atraía. Me recosté contra la ventana, desdichada.

—¿Por qué le gusto a tantos hombres y no a él?— pensé— ¿Con qué cara lo miro ahora? No puedo hablarle sin recordar mi tragedia.

Esperé un poco.

"¿Eh? ¿Me preguntabas a mí?" se extrañó Brontes.

—Claro

"Pensé que solo querías autocompadecerte" me espetó "si quieres hablarle... anda y háblale"

—¡Pero no puedo hacer eso!

"Entonces estás perdida"

—¡Brontes, eso no ayuda!

"¿Qué quieres que haga? No puedo hablarle yo, ni que quisiera. Tú eres la tonta enamorada".

La Helada Garra de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora