Amnesia

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Por un momento Izuku consideró haber intervenido innecesario con su sugerencia de dejarlos descansar, conocía las fronteras cerradas que oscilaba Kunnarta a los extranjeros. Permaneció con la vista fuera de ellos esperando el no como respuesta, sin embargo, Katsuki accedió justificando que era por la petición de su omega, cosa que provocó a Izuku sonreír disimulado y desviar aún más la mirada hacía la nieve del suelo.

Observó a la omega retirarse siendo guiada por uno de los aldeanos que siguieron las órdenes de Katsuki al pie de la letra, recibió un agarre en sus hombros haciéndolo girar con éste. La mención de que volviera a casa para ser alcanzado después de le hizo asentir seguro, no obstante, la mención de que estuviera atento sobre todo con esa mujer le hizo arrugar el entrecejo un tanto extrañado.

"Quizás no fue buena idea mi propuesta de que se quedara..."

Lo razonó tarde al percibir la expresión inquieta en Katsuki, quien antes de permitirle preguntar le concedió un terso beso en la frente.

Lo vio retirarse encima de Volk, así que ondeó un poco la mano despidiéndose de él en silencio. Izuku se dio media vuelta para volver a su casa, en el trayecto miró a como la carroza con renos bifurcaba de los soldados para que descansaran. Entró a la cabaña con un gesto pensativo y una mano en su mentón mirando el techo.

―Con que una princesa...

Cerró los ojos recordando la silueta de Momo, era una agraciada omega con un dulce aroma seductor a frutos rojos, podía opacar a cualquiera con esa presencia, además lucía con un porte tan refinado y esbelto en elegancia que le sorprendía.

Citó en sus pensamientos el comentario de la omega, que quería casarse debía ser con alguien de un estatus similar o mejor, abrió sus ojos un tanto turbado, no la culpaba por elegir a Katsuki, era un buen alfa que lideraba la aldea.

―De su mismo nivel...

Pensó en voz alta con esa palabra taladrando su cabeza, ya que probablemente sea el conflicto principal con otros, el que Izuku siendo un extranjero también sea visto como un arribista.

Comenzó a tomar más el pecho el lugar que tenía encomendado, era un alivio que por fin merodeara con el alfa que estuvo esperando desde hace tanto tiempo, sin embargo, tampoco debía olvidar sus obligaciones ahí, era el omega de la casa principal y esposo del líder, de solo pensar en esos títulos sus piernas temblaron.

Se palmeó los cachetes enfocando en lo que debía hacer al menos por ahora, así que volvió a la cocina a preparar un delicioso desayuno para su alfa que probablemente volvería ladrando de hambre.

Preparó la carne con exuberante condimento y especias como aprendió ayer ayudando con el banquete, acompañado sutilmente con papas y garbanzos cocidos, no podía faltar esa bebida especial de la región para mantener sus cuerpos calientes contra el frío.

Terminó el exuberante festín que extendió en la mesa, a pesar de que solo eran dos personas había sido generoso con las raciones ya que sabía el gran apetito que tiene el alfa, al cual recibió con animosidad en la entrada y llevándolo hacia la mesa.

―Aún estoy tratando de tomar el sazón de Kunnarta, así que no desesperes por adaptar ―indicó con una sonrisa entretenida mientras tomaba asiento a su lado.

Tenía presente lo que Katsuki le dijo en su luna de miel, que se desenvolviera tal cual era por lo que debería estar comiendo sin ese cuidado que usualmente mostraba al exterior, pero había algo que le estaba carcomiendo en sus pensamientos.

A la mención de la deliciosa comida que jamás se cansaría le llevó a solo asentir con una sonrisa liviana que difuminó mirando un plato casi intacto por el poco apetito.

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